Sábado 01/10/2016, 17:26:08
El factor River
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Abro este tema como un intento de reflexionar y apuntar algunas cuestiones respecto a la frustración colectiva que genera otra eliminación por copa, especialmente por el modo en que se dió.
Creo en primer lugar que desde que ascendimos sigue habiendo un fuerte hiato entre las expectativas de los hinchas y la realidad objetiva del equipo y su potencialidad. El único resultado posible de ese desbalance es la experimentación de una profunda frustración.
Me parece importante destacar una cuestión que para mi es central para comprender la fuerza que está cobrando ese sentimiento que estamos compartiendo millones de hinchas del rojo y que es una cuestión que está velada, oculta y opera fuertemente en su construcción: el factor River.
River funciona como una referencia ineludible en el presente del hincha rojo, aunque muchas veces no somos conscientes de ello, su descenso, su ascenso impecable, sus inmediatos títulos locales e internacionales están operando fuertemente en la configuración de nuestros anhelos y deseos de reparación.
Pero hay profundas diferencias entre un proceso y otro. River sufrió un descenso casi accidentalmente, el nuestro en cambio era previsible, producto de años y años de decadencia futbolística e institucional. River trajo dos jugadores de nivel europeo profundamente identificados con el club para ascender, Independiente no pudo traer ni al caprichoso Denis, que se negó rotundamente. River fue un campeón claro y contundente de ese torneo en el cadalso, nosotros ascendimos sufriendo, gracias al milagroso De Felippe que le sacó jugó a las piedras.
River ascendió y rápidamente compró a los mejores de los mejores poniéndose una meta: ganar todo para reparar el daño. Independiente, lamentablemente, no cuenta con los mismos recursos. Por más que se quiera, después de 20 años de decadencia, con un descenso en el camino, no es tan fácil refundar un club y reparar el daño con títulos. Pero está River ahí, comiéndote la cabeza, mostrándote que se puede. Pero no siempre se puede y River es, más bien, la excepción y no la regla.
Creo que es hora de reconocer la realidad. Tenemos un equipo bueno, pero que no es el mejor, y por tanto no tiene potencialidad de candidato, digamos que está para un 5º/6º puesto del torneo local y para unas semis de copa Sudamericana. Para pelear cosas en serio le sigue faltando un salto de calidad, dos o tres jugadores más que sean los mejores de los mejores, como lo son Cuesta y Tagliafico en sus respectivos puestos. Hasta que no se dé ese salto de calidad vamos a seguir en esta sequía de títulos, asomándonos, al filo del zarpaso, pero quedándonos siempre con las manos vacías.
Igualmente hay que ponderar todo y valorar mucho lo que se construyó. Hace tres años estábamos en el más oscuro de nuestros naufragios. Hoy no somos los mejores pero tenemos un equipo competitivo. Esperemos que el futuro nos encuentre nuevamente festejando. Mientras tanto no nos queda otra que convivir con esta realidad.
Creo en primer lugar que desde que ascendimos sigue habiendo un fuerte hiato entre las expectativas de los hinchas y la realidad objetiva del equipo y su potencialidad. El único resultado posible de ese desbalance es la experimentación de una profunda frustración.
Me parece importante destacar una cuestión que para mi es central para comprender la fuerza que está cobrando ese sentimiento que estamos compartiendo millones de hinchas del rojo y que es una cuestión que está velada, oculta y opera fuertemente en su construcción: el factor River.
River funciona como una referencia ineludible en el presente del hincha rojo, aunque muchas veces no somos conscientes de ello, su descenso, su ascenso impecable, sus inmediatos títulos locales e internacionales están operando fuertemente en la configuración de nuestros anhelos y deseos de reparación.
Pero hay profundas diferencias entre un proceso y otro. River sufrió un descenso casi accidentalmente, el nuestro en cambio era previsible, producto de años y años de decadencia futbolística e institucional. River trajo dos jugadores de nivel europeo profundamente identificados con el club para ascender, Independiente no pudo traer ni al caprichoso Denis, que se negó rotundamente. River fue un campeón claro y contundente de ese torneo en el cadalso, nosotros ascendimos sufriendo, gracias al milagroso De Felippe que le sacó jugó a las piedras.
River ascendió y rápidamente compró a los mejores de los mejores poniéndose una meta: ganar todo para reparar el daño. Independiente, lamentablemente, no cuenta con los mismos recursos. Por más que se quiera, después de 20 años de decadencia, con un descenso en el camino, no es tan fácil refundar un club y reparar el daño con títulos. Pero está River ahí, comiéndote la cabeza, mostrándote que se puede. Pero no siempre se puede y River es, más bien, la excepción y no la regla.
Creo que es hora de reconocer la realidad. Tenemos un equipo bueno, pero que no es el mejor, y por tanto no tiene potencialidad de candidato, digamos que está para un 5º/6º puesto del torneo local y para unas semis de copa Sudamericana. Para pelear cosas en serio le sigue faltando un salto de calidad, dos o tres jugadores más que sean los mejores de los mejores, como lo son Cuesta y Tagliafico en sus respectivos puestos. Hasta que no se dé ese salto de calidad vamos a seguir en esta sequía de títulos, asomándonos, al filo del zarpaso, pero quedándonos siempre con las manos vacías.
Igualmente hay que ponderar todo y valorar mucho lo que se construyó. Hace tres años estábamos en el más oscuro de nuestros naufragios. Hoy no somos los mejores pero tenemos un equipo competitivo. Esperemos que el futuro nos encuentre nuevamente festejando. Mientras tanto no nos queda otra que convivir con esta realidad.