Martes 19/09/2017, 15:32:23
La pulseada de Benitez
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La pulseada de Benítez -
Por Eduardo VeronaSigue pulseando con los hinchas de Independiente, Martín Benítez. Sus argumentos son estrictamente futbolísticos. Las resistencias que en distintas etapas lo fueron postergando, sin embargo no lograron debilitarlo. Los entrenadores sensibles a los reclamos de algunas audiencias que casi siempre lo constituyeron en una variable de ajuste. La convicción inalterable de Benítez para imponer su juego.
La historia reciente confirma que siempre fue sumamente resistido Martín Benítez en Independiente. Muy resistido y hostigado, precisamente, por los hinchas de Independiente. Raro pero verdadero. ¿Las causas? El reclamo se enfocaba y se enfoca en cierto empecinamiento de Benítez en hacer una jugada individual y no ver o no querer ver cuál era el mejor destino de la pelota. En constituirse en un morfón, según el folklore del fútbol. Esa pesadísima mochila trajo y trae consecuencias.A partir de ese reclamo airado de los hinchas a Benítez le llovieron antes, durante y después de los partidos todo tipo de agresiones verbales. Y se reinstaló una vieja frase cuyo autor fue un periodista deportivo muy influyente hace medio siglo: el histriónico Pepe Peña (murió en 1980), padre del talentoso y multifacético actor Fernando Peña, fallecido en 2009. La frase invocada es que Fulano “tiene un balde en la cabeza”. Pepe Peña, quien trabajó en la revista El Grafíco junto a Dante Panzeri, la utilizaba para criticar la ceguera
En la memoria colectiva esa pintoresca definición perduró. Y los hinchas de Independiente se la aplicaron a Benítez sin ninguna anestesia: “Tiene un balde en la cabeza”. El nivel de persecución y crítica sin freno de los hinchas fue tal que aun jugando bien no se le reconocía su producción.
Y los últimos técnicos que pasaron por Independiente (Jorge Almirón, Mauricio Pellegrino, Gabriel Milito y ahora Ariel Holan) fueron sensibles a las resistencias que generaba el media punta y lo convirtieron en una permanente variable de ajuste del equipo.Si tenía que salir alguien salía Benítez. Si faltaba gol salía Benítez. Si había que fortalecer la zona de volantes salía Benítez. Si no jugaba para los 7 puntos salía Benítez. En definitiva, siempre estuvo entrando y saliendo como si fuera un jugador que estaba a prueba.El apoyo irrestricto y permanente que encontró Benítez en Independiente provino de esa gloria Roja que es Bochini. Antes cuando jugaba poco y ahora cuando juega más, el Bocha bancó fuerte a Benítez. Siempre Bochini habló de las virtudes y de las condiciones para interpretar el juego ofensivo que denunciaba Benítez.
Habló de su verticalidad, de su gambeta, de su atrevimiento para no rendirse y de su cambio de ritmo.La realidad inocultable es que muy pocos lo escucharon. Y si lo escucharon lo compartieron a medias. Hasta Holan, quien cada vez que tiene la oportunidad menciona al Bocha como si fuese una institución a la que hay que honrar, puso en duda el pensamiento de Bochini respecto a Benítez, teniendo en cuenta que en algunas ocasiones lo mandó al banco, postergando su ingreso desde el arranque a favor de estrategias que no explicó. Y si las explicó solo convenció a los radicalizados hinchas envenenados con la presencia de Benítez.
Lo que se ve con claridad es que por lejos Benítez es la individualidad más desequilibrante con que cuenta Independiente. No es un fenómeno, pero propone lo que proponen pocos en el fútbol actual: encara, gambetea, gana en el uno contra uno y tiene visión de juego para tirar una pared, habilitar a compañeros mejor ubicados y mostrarse como receptor a pesar de estar con un rival encima.Por supuesto no siempre se impone y gana en el mano a mano y no siempre tira una pared artesanal o clava un bombazo infernal como el que ejecutó en Avellanedaen el 2-0 por la Copa Sudamericana ante Atlético Tucumán. ¿Pero quién lo hace siempre? La respuesta es sencilla: nadie. Ni Messi.
¿Qué le cuestionan, entonces?
Le terminan cuestionando que hay jugadas que no las termina como las empieza. Pero en especial a la hora de poner en la balanza lo positivo y lo negativo, influyen demasiado los prejuicios. O las autoprofecías incumplidas de los hinchas. Autoprofecias que con Benítez siempre bordearon los lados oscuros. Como si pusieran en resaltador sus maniobras inconclusas. Y no sus aciertos.Enfrentar esa dimensión de rechazos e insultos es complejo hasta para un crack. Y Benítez, con sus 23 años, no es un crack. Pero es un buen jugador. O muy bueno según las circunstancias. Darle la titularidad y respaldarlo sin fisuras debería ser la plataforma para que continúe reivindicando su mejor versión. Y para ganar lo que todavía no ganó: el consenso y la banca de la gente.
Por Eduardo VeronaSigue pulseando con los hinchas de Independiente, Martín Benítez. Sus argumentos son estrictamente futbolísticos. Las resistencias que en distintas etapas lo fueron postergando, sin embargo no lograron debilitarlo. Los entrenadores sensibles a los reclamos de algunas audiencias que casi siempre lo constituyeron en una variable de ajuste. La convicción inalterable de Benítez para imponer su juego.
La historia reciente confirma que siempre fue sumamente resistido Martín Benítez en Independiente. Muy resistido y hostigado, precisamente, por los hinchas de Independiente. Raro pero verdadero. ¿Las causas? El reclamo se enfocaba y se enfoca en cierto empecinamiento de Benítez en hacer una jugada individual y no ver o no querer ver cuál era el mejor destino de la pelota. En constituirse en un morfón, según el folklore del fútbol. Esa pesadísima mochila trajo y trae consecuencias.A partir de ese reclamo airado de los hinchas a Benítez le llovieron antes, durante y después de los partidos todo tipo de agresiones verbales. Y se reinstaló una vieja frase cuyo autor fue un periodista deportivo muy influyente hace medio siglo: el histriónico Pepe Peña (murió en 1980), padre del talentoso y multifacético actor Fernando Peña, fallecido en 2009. La frase invocada es que Fulano “tiene un balde en la cabeza”. Pepe Peña, quien trabajó en la revista El Grafíco junto a Dante Panzeri, la utilizaba para criticar la ceguera
En la memoria colectiva esa pintoresca definición perduró. Y los hinchas de Independiente se la aplicaron a Benítez sin ninguna anestesia: “Tiene un balde en la cabeza”. El nivel de persecución y crítica sin freno de los hinchas fue tal que aun jugando bien no se le reconocía su producción.
Y los últimos técnicos que pasaron por Independiente (Jorge Almirón, Mauricio Pellegrino, Gabriel Milito y ahora Ariel Holan) fueron sensibles a las resistencias que generaba el media punta y lo convirtieron en una permanente variable de ajuste del equipo.Si tenía que salir alguien salía Benítez. Si faltaba gol salía Benítez. Si había que fortalecer la zona de volantes salía Benítez. Si no jugaba para los 7 puntos salía Benítez. En definitiva, siempre estuvo entrando y saliendo como si fuera un jugador que estaba a prueba.El apoyo irrestricto y permanente que encontró Benítez en Independiente provino de esa gloria Roja que es Bochini. Antes cuando jugaba poco y ahora cuando juega más, el Bocha bancó fuerte a Benítez. Siempre Bochini habló de las virtudes y de las condiciones para interpretar el juego ofensivo que denunciaba Benítez.
Habló de su verticalidad, de su gambeta, de su atrevimiento para no rendirse y de su cambio de ritmo.La realidad inocultable es que muy pocos lo escucharon. Y si lo escucharon lo compartieron a medias. Hasta Holan, quien cada vez que tiene la oportunidad menciona al Bocha como si fuese una institución a la que hay que honrar, puso en duda el pensamiento de Bochini respecto a Benítez, teniendo en cuenta que en algunas ocasiones lo mandó al banco, postergando su ingreso desde el arranque a favor de estrategias que no explicó. Y si las explicó solo convenció a los radicalizados hinchas envenenados con la presencia de Benítez.
Lo que se ve con claridad es que por lejos Benítez es la individualidad más desequilibrante con que cuenta Independiente. No es un fenómeno, pero propone lo que proponen pocos en el fútbol actual: encara, gambetea, gana en el uno contra uno y tiene visión de juego para tirar una pared, habilitar a compañeros mejor ubicados y mostrarse como receptor a pesar de estar con un rival encima.Por supuesto no siempre se impone y gana en el mano a mano y no siempre tira una pared artesanal o clava un bombazo infernal como el que ejecutó en Avellanedaen el 2-0 por la Copa Sudamericana ante Atlético Tucumán. ¿Pero quién lo hace siempre? La respuesta es sencilla: nadie. Ni Messi.
¿Qué le cuestionan, entonces?
Le terminan cuestionando que hay jugadas que no las termina como las empieza. Pero en especial a la hora de poner en la balanza lo positivo y lo negativo, influyen demasiado los prejuicios. O las autoprofecías incumplidas de los hinchas. Autoprofecias que con Benítez siempre bordearon los lados oscuros. Como si pusieran en resaltador sus maniobras inconclusas. Y no sus aciertos.Enfrentar esa dimensión de rechazos e insultos es complejo hasta para un crack. Y Benítez, con sus 23 años, no es un crack. Pero es un buen jugador. O muy bueno según las circunstancias. Darle la titularidad y respaldarlo sin fisuras debería ser la plataforma para que continúe reivindicando su mejor versión. Y para ganar lo que todavía no ganó: el consenso y la banca de la gente.