“Houseman se hizo jugador en una villa. Alma de villero al fin, se negó a dejarla cuando era campeón del mundo, figura en Huracán y cuando los doctores en moral le sugerían que los índices del progresos se miden por pertenencias materiales”. Y explicaba: “Nunca le perdonaron a Houseman su fidelidad al destino villero, su compromiso -consciente o inconsciente, espléndido en los dos casos- con los afectos cotidianos y su desapego a la acumulación en una sociedad que castiga y penaliza cualquier esfuerzo desprovisto de sentido productivo”.