CREAR TEMA

Griselda, sembradora A mediodía, Griselda Brollo salió a lacalle. La encandiló un poco el sol, luego de estar
largo rato en la tienda,conversando con la vendedora (ex alumna suya) que la seguía abrazándola,
elogiándola, mimándola, recomendándole la mejor prenda acorde a su figura, su
edad, su estilo
de discreta elegancia. Griselda había comprado una camisa muylinda y en buen precio. Su jubilación
se lo permitía. No mucho más, por cierto,mas era muy linda la camisa, muy linda. Era para
una ocasión especial. Para unaocasión especial. El viernes: la estrenaría el viernes. Una ocasión
muyespecial. El viernes a la tarde, tal como decía enla cartita, Griselda llegó al Teatro Coliseo con su
habitual puntualidad y sudiscreta elegancia. Peinado de peluquería. La camisa nueva esplendía
aun bajola chaqueta azul. Se puso en la fila. No le gustó cuando, ya ingresada al teatro, por sutarjeta, la enviaron a un lugar determinado “de más fácil acceso”. ¿Acceso a
qué?
¿Para qué? Pero bueno, lo importante era cumplir con Marcelito. Que ya noera Marcelito,
pues hacía varios años que era Marcelo. Los padres entregaban los diplomas deestudios terciarios a sus hijos. Pasó la ronda de Técnicos
en Mantenimiento Industrial.Ronda de Técnicos en Higiene y Seguridad: esa era la carrera de Marcelito.
Veinte años que ya no era Marcelito. Con amabilidad, una chica que oficiaba de
acomodadora
del teatro la chistó, la llamó… ¿En qué podía molestar Griselda, sise había sentado donde
le habían dicho?… No, señorita, Usted no molesta, es queUsted entregará un diploma. Pálida, entró al escenario. Técnico enHigiene y Seguridad, Marcelito… Marcelo Javier Monzón
se acercó a Griselda, laabrazó, tomó el diploma y el micrófono. No entendía Griselda todas las
palabrasde Marcelito, Marcelo, que decía... “la mejor maestra que tuve en la escuela
primaria…
A veces en mi casa no teníamos para comer y la Señorita Griselda mealentaba y me decía: por
eso debés estudiar, más tenés que esforzarte, vas aver, seguí estudiando, ¿hiciste los deberes? Vamos
a corregir juntos. Nuncadejes de estudiar. Prometeme que vas a estudiar, que vas a ser fuerte. A ver,

¿qué fue lo que no entendiste, Marcelito? Bueno, te lo explico otra vez…”Marcelo Javier Monzón
no pudo continuar. Él y la maestra se abrazaron. Griseldaapenas musitó que solo había cumplido
con su tarea docente, solo había hecho loque amaba: ser maestra… Al regreso, se quitó, sonriendo, la camisatan linda que su ex-alumna le había vendido, estrenada
en ocasión especial.Luego, con emoción, le contó a su marido lo hermoso que era, pasado el tiempo,
cosechar su siembra…