Viernes 19/05/2017, 23:39:32
Discusiones "superadas", censura y pensamiento único
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Propongo debatir sobre este tema que surgió de otro tema, que no viene a ser un tema específico, pero específicamente sería debatir sobre el debate (perdón por el juego de palabras).
La cuestión es que un forista maldijo la libertad de expresión, no por estar esencialmente en contra de ella, sino cuando la misma se usa para continuar poniendo sobre la mesa discusiones que supuestamente ya están superadas y que atentan contra logros sociales y civiles ya conseguidos. Y según el mismo forista, las ideas que se oponen a dichos triunfos deberían ser censuradas.
Ahora bien, es cierto que hay un límite en lo que se puede decir. Por caso, convalidar expresamente un crimen constituye en sí mismo un delito. Y la agresión verbal a veces puede hacer más daño que la agresión física. Pero el intercambio de ideas, más allá de que sean buenas o malas, nunca debería restringirse, por el solo hecho de que ciertas ideas opuestas aun persisten. Por lo tanto, se tratan de discusiones que aun no han sido absolutamente superadas. Precisamente, si queremos desterrar las malas ideas, no debemos ignorarlas ni censurarlas, sino convencer a los que piensan de esa manera que tales ideas no llevan a nada bueno. O al menos el debate debería servir para que los ambiguos que aun no tienen una postura determinada se inclinen para el lado de las buenas ideas. Porque las buenas ideas deben abrazarse por su propio brillo en la oscuridad, por su notorio contraste con las malas ideas.
Si para que los logros conseguidos no corran peligro vamos a esconder debajo de la alfombra las opiniones que generan controversia, entonces las malas ideas no se van a desterrar, simplemente se mantendrán guardadas hasta que en algún momento salgan a la luz y se materialicen. De hecho, pretender imponer un pensamiento único es en sí mismo una mala idea, porque anula la posibilidad de debatir y de convalidar las que en verdad son buenas ideas. Porque las convicciones realmente se adoptan cuando se entienden y se pueden defender abiertamente sin temor a la contradicción. Pero si las buenas ideas se toman porque son una moda o una imposición social, entonces nunca se consolidarán y pueden limitarse a una duración temporal, ya que no se ha entendido el error que no se quiso repetir o el mal que se quiso evitar.
Hay que entender que una cosa es no discriminar a una fracción de la sociedad y otra cosa es estar de acuerdo con las posturas o acciones de ese sector social. Por ejemplo, yo como cristiano no estoy de acuerdo con ciertas visiones que tienen musulmanes y judíos; pero no por eso me voy a oponer a que se construya una mezquita o una sinagoga, ya que respeto la libertad de culto. Y mi fe no aumenta con la anulación de otras creencias, sino que mi fe se muestra más fuerte cuando permanece más allá de cualquier circunstancia. Lo mismo debe suceder con las buenas ideas.
En conclusión, no hay que evadir el debate; y si una opinión es tan absurda que no merece ser discutida, entonces lo mejor es permitir que sea expresada para que se auto-destruya por acción de su propia ridiculez.
La cuestión es que un forista maldijo la libertad de expresión, no por estar esencialmente en contra de ella, sino cuando la misma se usa para continuar poniendo sobre la mesa discusiones que supuestamente ya están superadas y que atentan contra logros sociales y civiles ya conseguidos. Y según el mismo forista, las ideas que se oponen a dichos triunfos deberían ser censuradas.
Ahora bien, es cierto que hay un límite en lo que se puede decir. Por caso, convalidar expresamente un crimen constituye en sí mismo un delito. Y la agresión verbal a veces puede hacer más daño que la agresión física. Pero el intercambio de ideas, más allá de que sean buenas o malas, nunca debería restringirse, por el solo hecho de que ciertas ideas opuestas aun persisten. Por lo tanto, se tratan de discusiones que aun no han sido absolutamente superadas. Precisamente, si queremos desterrar las malas ideas, no debemos ignorarlas ni censurarlas, sino convencer a los que piensan de esa manera que tales ideas no llevan a nada bueno. O al menos el debate debería servir para que los ambiguos que aun no tienen una postura determinada se inclinen para el lado de las buenas ideas. Porque las buenas ideas deben abrazarse por su propio brillo en la oscuridad, por su notorio contraste con las malas ideas.
Si para que los logros conseguidos no corran peligro vamos a esconder debajo de la alfombra las opiniones que generan controversia, entonces las malas ideas no se van a desterrar, simplemente se mantendrán guardadas hasta que en algún momento salgan a la luz y se materialicen. De hecho, pretender imponer un pensamiento único es en sí mismo una mala idea, porque anula la posibilidad de debatir y de convalidar las que en verdad son buenas ideas. Porque las convicciones realmente se adoptan cuando se entienden y se pueden defender abiertamente sin temor a la contradicción. Pero si las buenas ideas se toman porque son una moda o una imposición social, entonces nunca se consolidarán y pueden limitarse a una duración temporal, ya que no se ha entendido el error que no se quiso repetir o el mal que se quiso evitar.
Hay que entender que una cosa es no discriminar a una fracción de la sociedad y otra cosa es estar de acuerdo con las posturas o acciones de ese sector social. Por ejemplo, yo como cristiano no estoy de acuerdo con ciertas visiones que tienen musulmanes y judíos; pero no por eso me voy a oponer a que se construya una mezquita o una sinagoga, ya que respeto la libertad de culto. Y mi fe no aumenta con la anulación de otras creencias, sino que mi fe se muestra más fuerte cuando permanece más allá de cualquier circunstancia. Lo mismo debe suceder con las buenas ideas.
En conclusión, no hay que evadir el debate; y si una opinión es tan absurda que no merece ser discutida, entonces lo mejor es permitir que sea expresada para que se auto-destruya por acción de su propia ridiculez.