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CREAR TEMA

Miércoles 01/04/2020, 05:31:20
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INVENTAR MUNDOS SUBYACENTES

A los monoteísmos no les agrada la inteligencia, los libros, el saber y la ciencia. A eso suman un profundo aborrecimiento por la materia y lo real y, por lo tanto, por toda forma de inmanencia. Las tres religiones del Libro alaban la ignorancia, la inocencia, el candor, la obediencia, la sumisión, a lo que añaden la repugnancia por la textura, las formas y las fuerzas del mundo. La tierra no tiene derecho de ciudadanía porque el mundo entero carga con el peso del pecado original hasta el fin de los tiempos.

Para demostrar su odio contra la materia, los monoteístas crearon un mundo completo de antimateria. En la Antigüedad, deshonrada cuando se trataba de la ciencia, los doctrinarios del Dios único recurrieron a Pitágoras -formado a su vez en el pensamiento religioso oriental- y a Platón, para construir su ciudad sin carne:

Las Ideas produjeron efectos maravillosos en aquel taller intelectual, hasta el punto de parecer confundirse con clones de Dios. Como él, eran eternas e inmortales, sin límite e inaccesibles al tiempo; eludían la generación y la corrupción, resistían a la percepción sensual, fenomenal y corporal, y sólo necesitaban de sí mismas para existir, durar y perseverar en su ser, ¡Y tutti quanti! Sus identidades reflejaban las de Yahvé, Dios y Alá. Con una sustancia similar, los monoteísmos crearon castilos en el aire, aptos para desacreditar cualquier otro tipo de morada real, concreta e inmanente.

De ahí proviene la esquizofrenia de los monoteísmos: enjuician y juzgan el aquí y ahora en nombre de otro lugar; piensan la ciudad terrestre únicamente en relación con la ciudad celestial; se preocupan por los hombres, pero con la vara con que miden a los ángeles; consideran la inmanencia en sí y sólo si les sirve de trampolín a la trascendencia; quisieran ocuparse de lo real sensible, pero para medir la relación que mantiene con su modelo inteligible; y toman en cuenta a la tierra, con tal de que otorgue la posibilidad de ir al cielo.

A fuerza de encontrarse entre dos instancias contradictorias, se produce una hendidura en el ser, una hendidura ontológica imposible de cerrar. De ese vacío existencial que no se puede llenar nace el malestar de los hombres.

Ahí también el monismo atomista y la unidad materialista permiten evitar esas metafísicas agujereadas. La lógica de quien piensa lo real como constituido exclusivamente de materia y lo real reductible sólo a sus manifestaciones terrestres, sensuales, mundanas y fenomenales impide las divagaciones mentales y la ruptura con el único y verdadero mundo.

El dualismo pitagórico, platónico y cristiano divide con crueldad el ser que se somete a él. Por apuntar al Paraíso, erramos la Tierra. La esperanza del mas allá y la aspiración a un mundo subyacente generan, de modo indefectible, la desesperación aquí y ahora. O la imbécil beatitud del embeleso ante el Nacimiento....

MICHEL ONFRAY.