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Acostumbrate, hermano

independiente

Nadie o, la mayoría, podrá poner en tela de juicio la justa derrota de Independiente ante Racing, pero todos o, la mayoría, habrán sentido una mano hurgar el bolsillo. Sí, el arbitraje de Diego Abal dejó muchísimo que desear, desde foules hasta tarjetas, desde acciones peleadas hasta un reglamento que osó lo decadente. El árbitro manejó el partido desde un punto de vista demasiado celeste y blanco.

La expulsión de Carlos Matheu, más allá de una chiquilinada del capitán del Rojo, sale de una jugada sucia, donde en la lucha por ganar el balón primero es Claudio Bieler quien dejó el codo arriba ante la marca del defensor. La pregunta es: si Abal vio la agresión, ¿cómo no vio lo que generó esa acción? Lo segundo más llamativo de ese primer tiempo fue la innumerable cantidad de faltas de Lucas Licht. Se nota que en su arribo al país lo quisieron agasajar con una licencia libre de foules, sino no se explica cómo pegó tanto y terminó la primera mitad inmunizado. Pero lo peor, quizás, fue que en su primera falta, fuerte pero no merecedora de tarjeta, Leonel Galeano (de flojo partido) se llevó la amarilla, como así todo jugador del Rojo.

Ahora bien, futbolísticamente hablando, Racing fue mejor que Independiente luego del primer gol de Bieler, el cual definió desde una posición dudosa. Todavía muchos se preguntan qué hubiese pasado si era Gandín o Silvera el que marcaba en esa misma perspectiva. A partir de ese tanto, el Rojo se derrumbó y pareció aturdido ante un rival que se notó agrandado, aunque habrá que ver qué ocurre con los porotos en juego. El segundo gol, obra de Matías Cahais, terminó por ser un mazazo en la cabeza para Independiente.

La segunda mitad fue sufrible hasta el ingreso de Federico González, quien le aportó frescura al ataque, supliendo a un pálido Andrés Silvera, falto de ritmo y de fútbol. En sí no hubo una figura descollante en el equipo de Américo Gallego, pero sí alguno apellidos que parecieron olvidarse de lo que rindieron el semestre pasado. Walter Busse, por ejemplo, lleva un verano demasiado irregular, porque a pesar de su sacrificio parece peleado con la pelota. Eduardo Tuzzio bajó su rendimiento y se complicó con acciones demasiadas riesgosas al intentar salir jugando. Walter Acevedo esta vez no fue el eje en la mitad de cancha y la presencia de Patricio Rodríguez a veces parecía un espejismo. La levantada de Lucas Mareque fue uno de los factores fundamentales de la levantada roja, y así, con una apilada magistral del zurdo, apareció Fede González para llenar de pañales a los hinchas de Racing.

Al Rojo no le dio la nafta, no sólo por juego, sino porque Leonel Nuñez, en otra acción de polémica a increíble, vio la roja a dos minutos del final. Así y todo Independiente demostró coraje, aunque faltó el fútbol de otras veces y ese será el error a pulir de cara al debut del Clausura ante Newell´s. ¿Por qué no hubo repetición de la última jugada donde Luciano Vella se quejaba de un codazo?

Lo que está claro es que uno de los equipos de Avellaneda, por decreto, peleará el campeonato. Ese mismo que se levantó de la quiebra hace un año y que ahora revoluciona el mercado de pases con plata que sale de las butacas del Cilindro (ex depósito de papas). Sí, parece que la cosa está juzgada, Independiente deberá remarla de atrás, con todos sus aciertos y falencias a cuestas. Si así empezó el veranito, imaginate el Clausura, hermano.

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