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Actitud, aptitud y pizcas de buen fútbol

Silveraç

Independiente ganó un partido decididamente chivo, duro, incómodo, donde el mayor mérito estuvo en haberlo resuelto con la mano del entrenador y la entrega de un equipo que nunca bajó los brazos en busca del triunfo. Una victoria meritoria y trabajada que realza el punto conseguido en Rosario y la cual, quizás, mostró un grado de maduración que no se encontraba en el torneo pasado.

Fue tedioso desenmascarar y romper las marañas que propuso Osvaldo Sosa, un enamorado del puntito, el cual buscó anular todas las chances de creación del equipo de Américo Gallego y lo hizo bien. Porque Atlético Tucumán desconectó el chip donde el Rojo podía fluir su juego: el tándem Gracián y Gandín lejos estuvo de lo que pretendía el Tolo, porque careció de explosión y gravitación para sortear la férrea marca de los tucumanos.

Si el gol llegaba tenía que ser por alguna jugada sucia y no por decantación, como por ahí se esperaba a priori. El mediocampo estuvo demasiado contenido y el eje de Independiente, Walter Acevedo, sólo lastimaba con algunos cambios de frente brillantes que complicaban las espaldas de los laterales del Decano. La alegría del primer gol de Andrés Silvera duró poco, porque en el plano defensivo el Rojo sigue cometiendo algunos errores que a esta altura habría que extirpar con urgencia.

El segundo tiempo fue a toda orquesta, porque el Tolo entendió el partido a la perfección. Mandó a la cancha a un Patricio Rodríguez que esta vez fue Pato, tal como el entrenador quiere, y el 10 demostró que de una vez por todas quiere dejar atrás el mote de promesa para convertirse en pieza fundamental. Así, con Rodríguez en cancha, Independiente ganó en explosión, determinación, rapidez y contundencia, porque se explotaron las falencias del rival, se jugó por las bandas y hubo una circulación de juego que regó la cancha de fútbol. Con Patito inspirado, con un Lucas Mareque majestuoso, conmovedor y fidedigno desde todo punto de vista y con un goleador de raza premium como Andrés Silvera, el Rojo construyó una victoria importantísima para seguir alimentando el sueño de pelear el título.

Además, es para resaltar el trabajo de todo el equipo en sí, mostrándose solidario y comprometido con la causa que propone el entrenador. Otro punto positivo fue la entrada de Hernán Fredes, que en el afán de tener la pelota no decepcionó y mostró algunos destellos de su buen pie, pero en una versión muchísimo más responsable, la cual deberá seguir sustentando juego a juego para volver a ganarse la confianza de la gente.

Encadenado, así se mostró este Independiente que sigue con la misma idea del semestre pasado, pero decidido a ir más allá de lo que logró explorar. Con alguna mejoras defensivas y una regularidad en el juego, nadie podrá discutir que este equipo está para pelear el título. Para eso habrá que mantener un patrón de juego definido. Ahora, sin la piedra preciosa del equipo, Walter Acevedo, el Rojo viajará a Mendoza a enfrentar al sorprendente Godoy Cruz. Y, antes estas adversidades, el equipo del Tolo deberá sacar la chapa a relucir, siempre con humildad, pero con la sangre y el corazón caliente. Súbase a la ilusión y permítase soñar. Parece que en Avellaneda, después de tanto delirio mediático, las cosas están volviendo a su lugar.

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