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Cambiar el destino

gandinbusse

Si Gabbarini se hubiera quedado en el arco o Mareque hubiese rechazado hacia un costado como marcan los libros la historia sería distinta. Sin lugar a dudas este lunes hubiese sido otro. Imagínatelo…

Corrían seis minutos de juego y el Rojo manejaba la pelota y el tanteador. Falcioni empezaba a mechar ideas suplentes por problemáticos titulares que no le encontraban la vuelta a un Independiente dominador en mitad de cancha y profundo en los últimos metros.

Así pasó todo el segundo tiempo y el resultado no sufrió modificación alguna. Triunfo del Rojo del Tolo Gallego, un entrenador que tras la derrota vergonzosa con Estudiantes cambió y miró hacia al frente, buscó variantes ofensivas y fue en busca del arco rival en cada partido. La punta quedaba a sólo cuatro unidades, porque Newell´s empató en el clásico 2-2 ante Central y porque los jugadores demostraron no rendirse jamás.

El domingo se vivía a pura ilusión. Los hinchas, en el foro y en cada rincón, no podían detener la adrenalina empujada por la emoción. El objetivo seguía en pie. El invicto en el Libertadores de América se mantenía intacto y ya se preparaba la fiesta para recibir a Huracán y quedar, como se juega el viernes, momentáneamente a un punto del líder. Metiendo presión y dando a conocer la estirpe del Rojo, esa que nunca nos abandonó.

Sin embargo, esa historia no es nada más que la posibilidad de un lindo cuento con final feliz. La realidad es que el destino está escrito y por más que queramos volver el tiempo atrás y evitar la catastrófica jugada de Mareque y Gabbarini, no hay chance alguna. El dolor, la decepción y la tristeza por quedar afuera también son partes de este precioso juego. El tema es terminar de pie.

Y así fue. La gente aplaudió  y agradeció el temple de los jugadores y, pese a que haya algunos que sostengan que el hincha de Independiente no exige como antes, está bien que así haya sido. Hace tiempo que no nos enorgullecemos con la entrega y el respeto por ir siempre al frente que demostraron estos futbolistas.

Sí, es verdad. Hay que tomar esto como experiencia para evitar futuros errores. Piatti y Silvera dieron mucha ventaja al no hacer la pretemporada, situación que les impidió entregar todo su potencial futbolístico. Sentirnos desde el comienzo de cada partido y hasta el final del mismo como lo que somos, un equipo grande, y salir a ganar en todas las canchas, sin importar rival ni contexto. No regalar nada. Jugar de local, en casa.

Aprender también de las cosas buenas: plantel unido; técnico que asume errores y trata de evitar su reiteración; asumir compromisos y cumplirlos, tal es el ejemplo de la fecha para la reinauguración del estadio; presencia y voz de mando, como en el caso de Matheu y Acevedo; apoyo de los de afuera, gracias a una hinchada que copa siempre.

Se perdió, pero dignamente. Con sólo recordar las últimas goleadas recibidas en el torneo anterior fundamenta el aplauso de pie. Sí, nos conformamos con poco, pero el agradecimiento es porque se entiende que la idea que se trató  de plasmar en la cancha era “la nuestra” y, seguramente, para el próximo torneo la historia será la misma, pero con el final feliz que todos buscamos. Mientras tanto, mantengamos este cierre de la mejor manera… copando el viernes ante Huracán y velando por un triunfo que sea el primero de cuatro consecutivos para seguir soñando. ¡Vamos Rojo!

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