Volvieron las noches de copa y con ella, aquellos recuerdos históricos para todo hincha de Independiente. En la retina de los más grandes quedaran las hazañas en tierras extranjeras, aquellos goles en la vieja visera o más cercano en el tiempo, aquellos milagrosos goles de Parra para empatar la serie frente al Goias y darle al club la 16° estrella internacional. Títulos que llenan de orgullo a una institución que se supo ganar dentro de la cancha el mote de Rey de Copas.
Hoy vuelve Independiente a la Copa. En una realidad que nadie hubiera soñado. Sin el entusiasmo que hubiera generado otro presente en el torneo doméstico. Ni siquiera sabiendo que el que está enfrente es nada más ni nada menos que Boca Juniors, el otro equipo argentino que supo llegar a lo más alto del plano internacional y con el cual se disputa el trono.
Demasiada polémica trajo el interrogante de pensar en un Independiente que resigne aspirar al 17° internacional y abocarse a salvar la historia. Llega a este duelo en uno de los momentos futbolísticos más difíciles de sus 107 años de vida. Con un entrenador que se juega mucho en esta llave pero más aún el próximo sábado. Con un equipo que a pesar de tener caras nuevas, todavía no termina de ensamblarse y lograr resultados. En una realidad en la que el hincha termina dudando cuan beneficioso puede ser para Independiente continuar en la Copa Sudamericana y pelear el torneo al mismo tiempo.
El mensaje desde arriba fue claro. A ganar. Por la historia y sin olvidar los ingresos económicos que le representa a las arcas del club seguir pasando de fases. En su momento dio resultados a nivel internacional pero terminó siendo el inicio de este pobre y flaco promedio que hoy padece en la tabla. Lamentablemente es la actualidad de Independiente. Ojalá en esta oportunidad el destino para Independiente sea otro y ese extraño sabor al comienzo termine transformándose en dulce a fin de año.
