Independiente se llevó tres puntos impensados, a los 47 minutos del segundo tiempo y con un gol en contra. El Conjunto de Gabriel Milito alternó buenos y malos momentos durante el partido pero se quedó con un premio inmerecido. Martín Campaña fue la figura excluyente del equipo y volvió a terminar con la valla invicta.
Que el resultado no impida ver lo mal que volvió a jugar Independiente. Ganó y es valorable, suma a la confianza y permite no despegarse del pelotón de punteros en el campeonato. En el último minuto se encontró con un gol en contra de Adrián Arregui y se llevó tres puntos de oro. Pero antes de eso, la victoria se debe a la actuación memorable del arquero Martín Campaña.
El uruguayo se revolcó, saltó al ángulo, puso el cuerpo a quemarropa y cerró el arco del Rojo por completo; otra vez, como en 14 de los 23 cotejos que lleva en el Club de Avellaneda. Su nivel fue superlativo y ayudó a que el equipo no de vuelva a desmoronar, como sí sucedió ante Atlético Tucumán.
Desde el inicio, Milito propuso un 3-5-2, con una idea ofensiva basada en parejas. Diego Rodríguez y Cristian Rodríguez, Maximiliano Meza y Emiliano Rigoni por la derecha y Diego Vera compartiendo ataque con Germán Denis. No funcionó del todo, no tanto por el esquema en sí, sino por el rendimiento individual de los componentes.
La primera cuestión fue la de los dos uruguayos de la mitad de la cancha. Se espera muchísimo más que toques laterales y garra. Los Rodríguez deben darle equilibrio, buen pase de primera, verticalidad y orden al once que para el DT. Pareciera que no son los indicados para los conceptos que tanto quiere arraigar el Mariscal. Realmente son la clave de las victorias y de las derrotas; por ellos pasa el fútbol y si no levantan, el equipo tampoco.
En otro punto, los dos mediocampistas por derecha tampoco dieron fruto. El cordobés atraviesa un momento pésimo, el peor desde que llegó a la institución. Dubitativo, egoísta, intrascendente y totalmente negado en la pelota parada. Por su lado, el ex Gimnasia de La Plata tampoco colabora y es una máquina de comenzar bien y terminar eligiendo totalmente lo contrario a lo que la jugada pide. El equipo los necesita imperiosamente, son el cambio de ritmo, la pegada, la diferencia en velocidad; pero ninguno de los dos logra romper el bajo desempeño.
Por último, este repaso atañe a los dos delanteros: Vera y Denis. Son los responsables de que la pelota no entre. En más de una oportunidad porque no les quedan situaciones claras, pero cuando sí las tienen no las saben aprovechar. Independiente necesita goleadores, que en una o dos por partido logren definir el marcador. No debería hacer falta que sean generadores o que jueguen de espaldas al arco, para eso el entrenador escogió cinco mediocampistas. Es imperioso que afinen la puntería.
Luego, como siempre, ingresó Ezequiel Barco. La luz de esperanza, el mejor jugador del equipo, quien con muy poquito pide a gritos ser titular. No se destacó en sobre manera, pero sí cambió el carácter de un conjunto perdido. El gol termina siendo una anécdota, importante, pero transitoria. Jugando así, lo más probable es que rara vez llegue otro golpe de suerte.
