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De peso pesado a mini mosca

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Alguna vez, entre pitadas y mucho humo, José Omar Pastoriza, uno de los técnicos más ganadores de la historia de Independiente, aseguró: “Se empieza a salir campeón ya desde el sorteo”. Una filosofía de vida tan eficaz como innovadora. Cuando el resto de los entrenadores  prefería vacacionar, el Pato resignaba el descanso por estar presente en donde se cocina el estofado. Así el Rojo se erigió por sobre el resto: alzó la última Libertadores en 1984 e imponía respeto ya desde el bolillero. Una vez más, les enseñaba el camino al resto.

El tiempo transcurrió, los hábitos cambiaron, pero el multicampeón Boca Jrs. supo continuar con esa sana costumbre; Carlos Bianchi plagió hábilmente las actitudes de Pastoriza y dijo presente en cada sorteo de la Copa. Así Boca construyó lo que todos sabemos. Una tradición copera que jamás había tenido en su historia, con excepción de las dos Libertadores comandadas por Jorge Lorenzo.

Ambos casos son elocuentes. Sirven para entablar una analogía con lo que sucedió esta tarde en el Comité Ejecutivo. Sirven para comprender mejor por qué hoy Independiente, al menos desde la previa, ya comenzó groggy y al borde del nocaut el Apertura 2009. La ecuación es sencilla: armado de la grilla de partidos (ya no existe más el sorteo), institución con personalidad de peso (ya sea técnico o dirigente)- fixture relativamente accesible (al menos desde una lógica que guarda el fútbol) mayores posibilidades de pelear arriba.

Nada de eso sucedió. Ya no basta con el desmanejo dirigencial a cuestas de los últimos años sino que encima, ahora, el Rojo es boleteado en el sorteo. Las explicaciones son varias, entre las que emergen algunas lamentables: inestable relación (¿relación?) de los Julio (Comparada-Grondona); inoperancia y pesadez de muchos dirigentes del Rojo; subordinación a lo qué quieren los “dueños” del fútbol; debacle deportiva que año tras año relega aún más al Rojo ante los multimediáticos River y Boca.

Sin embargo, existe una situación peor aún. Para el armado del Torneo, hoy en día clubes como Lanús, por no citar al conjunto ferretero, cuentan con un megáfono a la hora de decidir. Mientras que los dirigentes del Rojo nada hacen ante esa insólita situación. Su endeble voz, casi disfónica, cada vez es menos escuchada. En el reparto, siempre salen perdiendo. Sólo migajas para los de Avellaneda. Esta no es una verdad sin pruebas fehacientes, existe sustento, racionalidad pura. Simplemente basta con echarle un simple vistazo al cronogramas de partidos (leer el fixture del Rojo). Al hacerlo comprenderá cómo se ve reflejado tan sólo en una actitud largos años de decadencia y de tropezones duros.

Ya desde el comienzo la parada es bravísima
: viajar a La Plata -4ta fecha- a la casa del campeón Estudiantes; después, visitante de todos los grandes: Racing (6ta), River (8va), San Lorenzo (14ta) Boca (17ma). Pero hay más. El Rojo también recorrerá el país: será turista de Rosario Central y Atlético Tucumán. Y como si esto fuera poco, hay que agregarle que Arsenal nos espera en el complicado Viaducto (12da).  Cerramos en la casa del Lanús, cuando ¿quizás? Independiente ya podía ser local en el Libertadores de América. A priori, el peor fixture de la última década. Eso sí los partidos hay que jugarlos y los pingos se ven la cancha… Pero que no quepan dudas que  ningún otro grande hubiera soportado una afrenta semejante.

Este Independiente, inmerso en un lodazal desagradable, se hunde cada vez más en la oscuridad, en la decepción y, lo que es peor, en la desesperanza general. Lejos quedaron aquellos tiempos en los que se pisaba fuerte en todos los ámbitos. Se edificó un Club grande por triunfos deportivos, habilidad y honestidad dirigencial. Hoy, como de costumbre, faltó inteligencia y rapidez. No fue una cuestión de suerte y azar. El poder de Independiente en la AFA es ínfimo por no decir nulo. Esta es la historia de una transformación dirigencial. De peso pesado a mini-mosca. Todo pero todo tan sólo en una década.

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