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Fiesta de despedida

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Cuarenta mil almas rojas no quisieron perderse esa cita con la historia. Era el último clásico en una Doble Visera que hasta esa tarde era mágica y que, pocos días después de aquel 12 de noviembre de 2006, se convertiría en inolvidable.

Los antecedentes eran, como casi siempre, favorables para el Rojo. El último enfrentamiento había sido el de la consagración de Agüero, en cancha de Racing, el día del doblete y el bailecito. El anterior en la Visera, de antología: 4-0, con un Frutos inmenso y el Kun que volvía a burlarse de todos. De ellos, y de Crosa.

Eran tiempos de un Apertura en el que Boca ya se jactaba de su tricampeonato, el que tenía a la vuelta de la esquina. Sabemos cómo terminó la historia: en un insólito papelón del equipo de La Volpe, al que se le escaparía el torneo a manos del Estudiantes de Verón y Simeone. El Independiente de Burruchaga frente al Racing de Merlo, a quien le terminaría saliendo carísima la apuesta de reservar a ocho titulares en el compromiso entre semana, ante Banfield, cuando también perdió.

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Al repasar las acciones aparece el grosero manotazo en el área de Cabral, a la salida de un tiro de esquina, a solo seis minutos de comenzado el clásico. El Rolfi no dudó al cambiarlo por gol y el Rojo descansó en la ventaja. Peligrosamente cedió terreno y pelota, pero sólo Moralez (indescifrable para Machín) podía inquietarlo. Allí emergió la figura de Ustari, en gran nivel, para tapiar su arco y defender el 1-0.

Poco había sucedido en el ST cuando el Rengo Díaz asistió bárbaro al Rolfi, quien madrugó en la corrida a (otra vez) Cabral. Ya con Montenegro con los cubiertos en la mano, Campagnuolo decidió poner la mesa: eterna duda del arquero en la salida, lo que permitió que el Rolfi llegue bien parado y tres dedos de su botín derecho desaten la locura. De los dos lados. Euforia, goce y gargantas rojas de un lado. Siempre del mismo. Bronca, impotencia y violencia del otro, quienes cansados del habitual sufrimiento decidieron descargar su ira contra la Policía, rompiendo baños y arrojando pedazos de mampostería.

A Elizondo no le quedó otra que suspenderlo, a 26 minutos del final, decretando un nuevo abandono.

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Aprovecho el recuerdo del infantil penal de Cabral para sugerirle al locuaz Señor Molina que, en vez de hacer demagógicas declaraciones para la tribuna, repase los partidos a los que refiere e infiera el pánico que les produce a los jugadores de su club enfrentar a su histórico padre. “En los últimos ocho años a Independiente le cobraron seis penales…”, despotricó. No hay que buscar fantasmas, Señor Molina. Ya tiene uno bien cerca (viejo conocido, de años) y con la calculadora en la mano.

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Síntesis:

Independiente: Ustari; Abraham, Gioda, Rodríguez; Machín, Herrón, Orteman, Eluchans, R. Díaz; Montenegro y Denis. DT: Burruchaga
Suplentes: Assman, Matheu, Armenteros, S. Carrizo, Sosa y Fredes.

Racing: Campagnuolo; Maciel, Cabral, Crosa, Esquivel; Torres, Bastía, Peralta, Moralez; Bergessio y Sava. DT: Merlo
Suplentes: Romero, Barroso, Grimi, S. Romero, M. Sánchez, Benítez y Fileppi.

Goles: PT 6’ Montenegro, de penal. ST 7’ Montenegro. Cambios: ST 12’ L. Alvarez x Machín. Amonestados: PT 6’ Cabral. PT 17’ Orteman. ST 8’ Montenegro. Arbitro: Elizondo.

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