Uno de los principales déficit del equipo de Ariel Holan es la falta de gol. Es un problema arrastrado del semestre anterior pero que con la soberbia generación de juego que tenía, pasaba desapercibido. Ante Defensa y Justicia no acertó al arco el Rojo y no puede convertir.
En lo que va del campeonato Independiente convirtió 26 goles. Para encontrar un equipo con menos goles a favor que el Rojo hay que bajar al 14º puesto, lo que ya es un indicio. De esos 26, solamente cuatro fueron desde media distancia, los 22 restantes fueron dentro del perímetro del área.
A lo largo del segundo semestre del año pasado, época donde se vio la mejor versión de Independiente y donde el equipo pudo plasmar a la perfección las ideas del entrenador, el Rojo también sufría la falta de disparos de media distancia. Pero no se notaba por una razón lógica: tenía una increíble generación de juego asociado con Maximiliano Meza en un primer nivel, Ezequiel Barco intratable y Martín Benítez más punzante que nunca.
Gracias a esas llegadas a base de paredes y desbordes, Emmanuel Gigliotti o incluso Leandro Fernández pudieron lucirse con goles y definiciones y golear a los rivales en varias oportunidades. Hoy la realidad indica completamente lo contrario y ante la notoria falta de creatividad en los ataques, el equipo recurre a un solo recurso: los centros, generalmente sin destino.
Pero los remates al arco son una excelente herramienta para torcer al rival. Independiente tiene buenos pateadores como Fernando Gaibor, Juan Sánchez Miño, Gastón Silva, Martín Benítez. A veces llegan con pelota dominada, con claridad de disparo, y en vez de hacerlo, retroceden y vuelven a empezar, o tiran el centro, o siguen buscando un pase gol imposible.
No es un dato menor que en todo el campeonato el equipo haya tirado más centros (294) que tiros a portería (264). Lo que agrava la estadística es que del total de centros, solo 61 fueron completados, es decir, recepcionados por un jugador de Independiente.
El propio Ariel Holan lo resaltó en conferencia. “Hoy creo que no pateamos al arco, es difícil ganar si no pateamos al arco”, dijo el entrenador. Y si bien exageró, porque hubo un remate desde la medialuna de Sánchez Miño que se fue rozando el poste, y algún otro remate aislado, lo cierto es que con eso no alcanza.
El valor del remate al arco es doble: por un lado, es una opción clara de gol cuando el resto de los caminos están cerrados; y por otro lado, es la mejor manera de marcarle el terreno al rival. Aunque el tiro se vaya desviado o el arquero lo controle con facilidad, es siempre una muestra de vocación ofensiva, que mete al contrario atrás y entusiasma a la gente.
