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La fiesta que fue velorio

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Desde aquel recordado partido que disputaron en el Bosque por el Clausura 1995 y que significó la increíble pérdida del título de Gimnasia a manos de San Lorenzo, Independiente no pudo volver a ganarle al Lobo en condición de visitante.

Se enfrentaron luego en 27 ocasiones con 15 festejos triperos, 6 empates y  6 victorias de Independiente, todas como local.

 

En aquel torneo (último que daba dos puntos por partido ganado), Gimnasia realizó una excelente campaña con 12 triunfos, 5 empates y sólo 2 derrotas, una como visitante ante Banfield y la citada ante el Rojo en la última fecha por 1 a 0. Sobresalían en ese equipo de Griguol: los mellizos Barros Schelotto, Guglielminpietro, Lagorio (su goleador con 5), Alonso, Sanguinetti, Morant, Dopazo, Noce y un juvenil Yagui Fernández, entre otros.

 

En la última fecha, Gimnasia estaba un punto por encima de San Lorenzo y recibía en su cancha a Independiente (de mediocre campaña), con la obligación de ganar, debido a que los de Boedo tenían mejor diferencia de gol (también fue el último torneo en el que se definía con este método).

 

Enfrente estaba el Rojo del Zurdo López, que había pasado por una situación mucho más complicada justo un año antes, en el Clausura 94: debió salir a  escena ante un Huracán sólido y puntero, duro, cerrado como todo equipo de Cúper, con la valla menos vencida, y a quien le bastaba el empate para ser campeón.

El Rojo le hizo 4, que pudieron ser 10 (sin exageraciones) con un baile de novela.

“Acá está el campeón” gritó, ante su gente y con mil presiones, esas que en los grandes equipos se esfuman cuando empieza a rodar la pelota.

 

Javier Mazzoni empezó esa tarde a mostrar credenciales. Y seis meses más tarde tendría su primer protagónico en serio, con la obtención de la Supercopa 95, con goles determinantes en instancias decisivas.

 

Cuánto daría todo hincha de Gimnasia por volver el tiempo atrás y poder cambiar alguna de las ultimas ordinarias victorias ante el Rojo por la derrota de aquella fría noche del 25 de junio de 1995!

Asumo que sentirán que siempre le ganan al Rojo  el partido equivocado, porque cuando debían hacerlo,  no lo hicieron. Así dejaron pasar LA chance y el tren. Y se quedaron en el andén, viendo cómo se alejaba la oportunidad de su vida.

 

Son recordados los cachetazos en la manga del viejo Timoteo, a modo de úlltima arenga, a sus dirigidos segundos antes de salir al field.

Esa noche el cachetazo más grande lo dio Javier Mazzoni, sobre el cierre del primer tiempo, helando más que nunca las  22 mil almas platenses que se prepararon para la gran fiesta, la mayor de su centenaria y virginal historia, pero terminaron siendo testigos y protagonistas de su propio velorio.

 

Por Maximiliano Carloni para InfiernoRojo.com

  

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