El jueves a la noche, mientras miraba el Superclásico y escuchaba algunos vecinos vibrando, me comenzó a sonar el celular y de a poco se fue prendiendo fuego. “Así no Gaby”, fue lo primero que leí y temí lo peor.
Al toque me sumé a De La Cuna al Infierno, el sitio en donde la noticia había roto todos los esquemas. Después me contaron sus palabras, las que pude confirmar: “Estoy cansado de esto”. Y, saliendo de él, se empezó a derrumbar gran parte de mi esperanza, gran parte de mi confianza en esta gestión.
En un momento me permití ilusionarme y soñar con una pesadilla, valga el juego de palabras, y que hoy cuando me levantaba todo iba a estar igual. Pero no fue así.
Hoy siento que si se va Gabriel Milito de Independiente y por más que siempre tenga las puertas abiertas del club, perdemos una oportunidad invaluable de volver a ser distintos. De volver a ser.
En él había depositado, como muchos hinchas del Rojo, inclusive aquellos inentendibles que lo insultaron en su regreso, más que confianza o esperanza. De a poco se fue convirtiendo en un héroe para mí en esta ciudad de la furia.
Su frase “el escudo por delante de todo”, resume muy sencillamente lo que uno siente por esta camiseta y cada vez que la escucho tiemblo de la emoción.
La honestidad, las ideas claras, los hechos, las donaciones desinteresadas, su experiencia y conocimiento y su amor incondicional. Todo lo puso a disposición de Independiente. De mí Independiente, de tú Independiente. Del de todos.
Fue el primero, realmente, que se interesó y se dedicó de lleno a la reconstrucción del predio de Villa Domínico. Arregló canchas, las pintó para delimitarlas y más. Cambio todo con su llegada.
Lejos, se convirtió en la mejor incorporación de los últimos 20 años de dirigentes nefastos, arrogantes, delincuentes, oportunistas y mil características más.
Ya sé que alguno dirá que tiene que exponer sus explicaciones o le preguntarán por qué no se quiso hacer cargo de La Primera cuando estaba sin DT. Ya sé cómo somos los hinchas.
Pero también sé y estoy convencido, que hoy sentí que mi mayor esperanza se pintaba de negro. Que mi Rojo llorará una ausencia de élite. Y por eso nosotros, los hinchas del Rey de Copas, le tenemos que decir al Mariscal que no se vaya, porque como nos enseñó: “El escudo está por delante de todo”. Fuerza Mariscal, yo estoy con vos.
