Existen islas, paraísos terrenales y éxtasis emocionales, pero nada mejor que una victoria. Ese bálsamo imprescindible que enorgullece tu cuerpo y reivindica tu grandeza. Este triunfo ante los tucumanos, merecimientos aparte, te devolvió un poco de esa fe perdida, esa ilusión que merodeaba y amagaba con quedarse, pero finalmente se marchaba, dejándote con los brazos abiertos para aférrate a ella. Hoy, después de esos tres puntos fundamentales, no podés fallar. Por eso, este jueves a las 18.10, tenés que estar en Lanús, para brindarle el apoyo incondicional al Rojo, para demostrarle a los jugadores que el fuego sagrado y la llama eterna del delirio siguen ardiendo en el alma.
Es hora de tirar para el mismo lado, todos juntos: saltando, alentando, gritando, uniéndose en una misma masa que empuje al equipo y le de las fuerzas para salir a ganar en cualquier cancha. Un equipo que demuestre y sienta lo que es vestir esta hermosa camiseta, llena de gloria y grandeza, que hoy parece devaluarse, pero sigue viva por vos y todos lo que sienten a Independiente como propio. Si le pedís a ellos que no te fallen, vos no podés fallarle a ese color que te conmueve y te agita el corazón.
Dicen que de deseos vive el hincha del fútbol, y vos no sos la excepción. El triunfo del domingo te trajo desde dolores de cabeza, aumentos de la pulsación y puteadas generalizadas, hasta ese grito de descarga que se apiadó de ese golpeado corazón, que hoy vuelve a vivir de ilusiones y se regocija sabiendo que sí, se puede. Demostremos una vez más que el hincha de Independiente siempre está presente, en las buenas y en las malas, en las que hay que apoyar o marcar el camino correcto, pero siempre fiel, con ese rojo que enamora el alma y vos lo contagiás de par en par.
El jueves él te espera: renovado, con algo de incertidumbre, pero con la ganas necesarias de que estés ahí, bien pegado, haciéndole sentir que tu presencia corrompe. Porque él es la misa de todas las semanas, tu religión que no se explica, la que sólo se siente y se comulga alimentando esa pasión. Por vos, por él, tenés que estar. Por más que la AFA y sus horarios se encaprichen en querer romper esta unión. Vestite de rojo, alzá la bandera y agrietá tu garganta, llevalo en el corazón. Y este jueves, demostrále cuánto lo amás.
