Uno de los principales objetivos de la dirigencia, aparte de los refuerzos, debe ser mantener el plantel, si quiere seguir peleando cosas importantes.
Desde que llegó Ariel Holan, y con limpieza de por medio, lo que ha logrado el equipo ha sido inimaginable para el momento de su llegada. Al principio del año, Independiente se veía lejos de la Copa Libertadores, tal vez sin chances de ganar en la Sudamericana y, con suerte, eliminando a Camioneros en la Copa Argentina. Pero, con esfuerzo y trabajo, todo eso cambió.
Quienes no rendían, empezaron a rendir y, quienes si lo hacían, se mantuvieron o, incluso, se potenciaron. Con solo un puñado de jugadores que tenían el apoyo de la gente como Martín Campaña, Nicolás Tagliafico, Fabricio Bustos y Ezequiel Barco, el resto se hizo cuesta arriba. Sin embargo, aparecieron otros que eran resistidos, como Emiliano Rigoni, Juan Sánchez Miño, Martín Benítez y Diego Rodríguez Berrini. Con su mejoría, y las llegadas de Nery Domínguez y Emmanuel Gigliotti, el proyecto que tenía en mente Holan comenzó a tomar forma.
Con un juego vertical, ofensivo y una presión altísima, Independiente empezó a enamorar a los propios hinchas. Tal fue así que, a pesar de la cantidad de empates al principio, estos seguían alentado a los jugadores para que siguieran yendo al frente, y los resultados empezaron a llegar.
Al final, tras haber logrado varios triunfos y empates, el Rey de Copas estuvo cerca de conseguir el objetivo de entrar a la Copa Libertadores, pero le faltó la puntada final. Tal vez por falta de madurez, el Diablo no logró derrotar a Lanús, y se quedó con el sabor amargo de no haber conseguido la meta, como creyendo que todo fue en vano, pero no lo fue.
Lo cierto es que, lo que ha conseguido el equipo en estos seis meses, fue más que triunfos, más que buenos partidos: Lograron que el hincha se sienta identificado, que aplaudan a los 11 antes de arrancar cada partido. Pero los objetivos no llegan de un día para el otro y Ariel Holan lo sabe bien cada vez que dice que esto es un proceso que lleva tiempo y esfuerzo.
Por eso, hay que mantener el plantel, hay que tratar de que se quede la mayor cantidad de jugadores posibles. Esto se trata de un proyecto que, con algunos refuerzos que enriquezcan al grupo, a corto plazo comenzará a rendir frutos, y entonces será cuando Independiente pueda volver a festejar a lo grande, como la historia lo demanda.
