Ariel Holan apostó a un mediocampo que claramente no cumplió. Cuando metió mano se vio lo mejor del equipo.
El DT de Independiente tuvo 30 días para preparar la ida ante Águilas Doradas Rionegro por los 16avos de final de la Copa Sudamericana. Tras la dura eliminación de la Copa Superliga a manos de Argentinos Juniors, Ariel Holan se pasó un mes pergeñando el mejor once posible para jugar en Colombia.
A lo largo de las semana después probó distintas estrategias, pero siempre con Pablo Pérez, Francisco Silva y Pablo Hernández adentro. Recién en los últimos días cambió a Fernando Gaibor y metió a Nicolás Domingo para acompañar al chileno en el círculo central.
El Rojo se volvió totalmente lento, previsible, sin dinámica y, contrario a lo que ideó el Profesor, no supo dominar la pelota ni recuperarla rápidamente. No fue sometido por el conjunto de Antioquia, pero sí fue superado. Desde el juego, pero también desde la actitud.
Domingo y Pérez estuvieron lejos de sus mejores rendimientos y fallaron demasiado en la entrega y en los quites. Pero los que más expuestos quedaron fueron los chilenos Silva y Hernández. Le impregnaron su apatía al resto y fueron intrascendentes.
El Gato hizo vista en el primer gol del rival y se lo notó a destiempo para hacer los relevos; sin contar los innumerables pases y centros más entregados. El Tucumano no se metió nunca en el circuito de juego, tanto que en el primer tiempo prácticamente no tocó la pelota.
Aún más expuestos quedaron al salir, ya que con los ingresos de Francisco Pizzini y Silvio Romero al menos se modificó la intensidad del equipo. Con muy poquito llegó el descuento y se notó rebeldía y vergüenza deportiva.
¿Ariel Holan insistirá con ellos o los cambiará en el próximo partido? ¿Volverá al 4-2-3-1 o prevalecerán los otros esquemas?
