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Premio al esfuerzo

matheugol

Cuando todo hacía prever que Independiente se quedaba con las manos vacías ante Vélez, el equipo de Américo Gallego levantó un 0-2 y se quedó con un punto que suma. La entrega, el sacrificio y las cuotas de buen fútbol, terminaron por envolver una buena actuación del Rojo, que de haber tenido alguna pizca de suerte y un poco de certeza en la definición, se hubiese llevado un triunfo ante un durísimo rival. Los goles de Independiente fueron obra de Andrés Silvera y Carlos Matheu, dos de los mimados por la gente, que terminó por aplaudir la actuación del equipo.

En un primer tiempo donde Independiente asfixió a Vélez desde el comienzo, con presión, generando errores en la distribución del equipo de Ricardo Gareca, y el monopolio de la pelota, con mucha rapidez a la hora de iniciar los contraataques. El tándem entre Ignacio Piatti y Walter Busse, de muy bueno funcionamientos, trabajó a la perfección, taladrando las espaldas de Emiliano Papa, que mostró cierta incertidumbre a la hora de marcar. Lo de Walter Acevedo fue de menor a mayor y el apoyo de Federico Mancuello sobre la banda izquierda fue positivo, sobre todo a la hora de atacar. Quizás, faltó mejorar algunos desacoples defensivos, más por el lado de Luciano Vella, que en su afán de ir para adelante, retrocede algo desordenado.

En cuanto al ataque, fue buena la movilidada de Andrés Silvera, que estuvo mucho más movedizo que en el pobre partido ante Estudiantes. Además, faltó que Darío Gandín se saque el freno de mano a la hora de elaborar una juega en ofensiva. El Chipi maneja bien la pelota, pero carece de explosión, determinación y profundidad para ser un enganche nato.
Si algo faltó en esa etapa inicial fue sólo el gol. Porque lo tuvo Piatti, también Silvera, hasta Mancuello y el juvenil Galeano. Las grandes intervenciones de Germán Montoya hicieron que las gargantas rojas se mantuvieran vírgenes de gol.

En el segundo tiempo, Independiente salió a plantear el mismo partido, mientras Vélez esperaba que se abriera algún hueco para meter la puñalada. Así fue a los ocho minutos, el uruguayo Hernán Rodrigo López se filtró ente Galeano y Matheu y el jugador que volvió al Rojo lo tocó desde atrás. Penal y gol. Injusto, por cierto, porque los de Gareca no habían ghecho el mérito suficiente para estar arriba.

En ese momento el Rojo se descontroló, empezó a errar pases y el Tolo decidió cambiar piezas. Adentro Martín Gómez y Patrico Rodríguez, afuera Piatti y Gandín. El ex Gimnasia se fue aplaudido por la buena actuación. Con estos ingresos, Gallego decidió ser más picante en el ataque y plantear el partido lo más arriba posible. Pero un anticipo de López, tras un pelotazo desde el fondo, habilitaron a Jonathan Cristaldo, que se metió en el área y pinchó la pelota ante la salida de Adrián Gabbarini: 0-2. La noche se ponía más negra que nunca, porque el equipo no rendía mal, pero no ligaba y terminaba pagándolo demasiado caro.

Cuando todo parecía perdido en medio del descontrol, el Pelado Gómez hizo lo que mejor sabe, desbordó en velocidad y envió un centro preciso a la cabeza de Silvera que el delantero cambió por gol. Sí, la muralla de Montoya había sido derribada, y el juego volvió a abrirse. Ahí Independiente, empujado por la locura de su gente, tejió un partido desordenado, con una gran actitud para ir a buscar el partido pero dejando huecos atrás, algo previsible por la situación.

Gallego volvió a trocar piezas, mandó a Leonel Nuñez a la cancha y sacó a Luciano Vella, retrasando a Busse a una especie de cuatro bis. El Gordo no aportó más que barullo en los minutos que estuvo en cancha.

Sobre los 37 y tras una milagrosa tapada de Montoya sobre Matheu, el capitán del Rojo tuvo su revancha. Porque después de esa salvada que derivó en un córner, el defensor aporvechó la segunda jugada y clavó un exquisito cabeza sobre el palo derecho del arquero para el estallido de la masa roja. Así Independiente llegó al empate, pero no pudo aprovechar el envión anímico y se quedó si nafta.

Los aplausos del final, fueron el premio al merecimiento. Porque el Rojo, a pesar de no haber sumado de a tres, dejó una buena imagen. El marcador adverso, terminó por bañarse con poco
de justicia. Ahora hay que pensar en lo que viene, nada menos que el clásico, donde la costumbre de festejar debe seguir siendo cuenta corriente.

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