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Que te lo pide, toda la gente…

hinchada

La gente del Rojo despidió  al equipo con una lluvia de aplausos que reconoció el gran partido y el esfuerzo para evitar el resultado adverso. ¿El pedido? El domingo cueste lo que cueste, el domingo tenemos que ganar.

La noche en Lanús se presentaba fresca. Muy ventosa. Sin embargo, y con bajo perfil se comenzaron a llenar las calles aledañas al estadio Díaz Pérez. Mucho color rojo, muchas banderas y mucho público para alentar al once del Tolo.

Si bien se notaba la preocupación del bajo rendimiento demostrado ante Estudiantes el fin de semana anterior en el estadio de Quilmes, los hinchas no defraudaron y se acercaron para colmar la fortaleza granate. Había en algunos timidez, en otros gestos de desconcierto, en pocos se notaba la ilusión de salir adelante, pero todos con las ganas de siempre de ver a Independiente.

Así las cosas, Lunati (eje de muchos insultos y reclamos históricos) dio por comenzado el partido. Independiente de arranque nomás dejó bien en claro que la idea era llevarse por delante a Vélez. El mensaje llegó instantáneamente a las tribunas. El grito era ensordecedor y el aliento imparable.

La gente, durante todo el primer tiempo, estuvo alentando al equipo, ilusionada y entusiasmada con el rendimiento, porque sorprendió a propios y a extraños. Independiente estaba pasando por arriba a Vélez, pero el marcador seguía 0-0. Hubo tres gritos atragantados de gol.

En el segundo tiempo, el Rojo paró la máquina, el Fortín apuró y marcó una ventaja casi imposible de alcanzar: 0-2. La desazón era insoportable y se sumaban a la angustia y la rabia por como se había dado el match, por las posibilidades que se perdieron y lo bien que había jugado el once del Tolo.

La hinchada ya arrancaba con un tímido pedido de más actitud para los jugadores. Gallego metió mano en el equipo. Entró el pelado Gómez y el Pato Rodríguez, más tarde fue Núñez el que ingresó por Vella. El último cambio fue altamente ofensivo. El Rojo buscó empujado por su gente y por su amor propio y encontró el descuento en la cabeza de Silvera y el empate en la del capitán Matheu.

La gente desbordaba de alegría.
Un partido emocionante, a puro grito, de ida y vuelta, de alegrías y tristeza, de sufrimiento y nerviosismo. En fin, un parto. Con el empate la victoria podría haber sido para cualquiera y por eso no fue para nadie.

El hincha esperó el final y despidió aplaudiendo de pie el heroico empate. A su vez dejó  un mensaje futurista que se hizo escuchar en todo Buenos Aires por las miles de gargantas rojas que quedaron irritadas de tanto gritar: “El domingo cueste lo que cueste, el domingo tenemos que ganar”. Es que, claro, el próximo fin de semana se visita al Cilindro de Avellaneda, se enfrenta a Racing e Independiente debe seguir demostrando que en el barrio manda el Rojo.

VIDEO DE LA HINCHADA >

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