Un policía lo acusó de declaraciones racistas y el delantero aseguró no haber dicho nada. El árbitro ofició de testigo para que la policía paulista no lo lleve detenido.
Silvio Romero pasó un feo momento en el Arena Corinthians. Es que tras un entredicho con un policía paulista, el delantero estuvo a punto de ser detenido. El oficial aseguraba que Romero había tenido expresiones racistas y querían detenerlo al finalizar el encuentro.
Fue Carlos Montaña, junto a la gente del consulado argentino en Brasil, los que intercedieron para que la situación no llegue a tal punto. Romero aseguró en todo momento que no tuvo ningún tipo de expresión racista y fue el árbitro el que jugó un papel fundamental: Víctor Carrillo ofició como testigo y dio crédito a la defensa de Romero.
Al finalizar el partido Romero se expresó al respecto: “Si tengo que pedir disculpas lo hago, pero lo juro por mi hijo que no dije lo que dicen que dije”.
Foto: Club Atlético Independiente.