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Seguí bailando…

golrolfi

Con un final a puro toque, el Independiente de Miguel Angel Santoro derrotó a Boca 2-0, con dos goles de Daniel Montenegro, y le dio una alegría inmensa a los hinchas que armaron una fiesta impresionante en el Tomás Adolfo Ducó.

Este golpeado y vapuleado plantel de Independiente dio una nueva prueba de carácter. Como hace un par de semanas ante Racing, cuando Santoro parecía mas fuera que dentro del club, el Rojo ganó merecidamente uno de esos partidos denominados “chivo” y hace pensar que, con algo más de suerte y convicción, el panorama puede ser más claro, más tranquilo.

Ni bien comenzado el partido, Pablo Mouche desbordó a Angel Puertas y hacía vislumbrar una noche de terror para el lateral, pero afortunadamente para Independiente el propio jugador de Boca solucionó el problema: primero le pegó a Lucas Pusineri y luego simuló una falta, por lo que fue doblemente amonestado y a los 25  vio la tarjeta roja.

Pese al hombre de más que tenía Independiente, el tramite del encuentro siguió siendo parejo y hasta fue Boca el que tuvo más chances ante Fabián Assmann. ¿Independiente? La incansable voluntad de Federico Mancuello, la conducción de Daniel Montenegro y no mucho más, sobre todo por derecha, donde Angel Puertas y Damián Ledesma aportaron poco y nada.

Sin embargo, en el complemento la historia cambió por completo. Pese a que Carlos Ischia hizo ingresar a Juan Román Riquelme por Leandro Gracián, el dominio del encuentro cambió de bando y a los 10 minutos Independiente consiguió la merecida ventaja: Rolfi se sacó de encima a Fabián Vargas con un hermoso caño y luego sacó un furibundo remate que dejó parado a Roberto Abbondanzieri. 1-0 y locura en el Ducó.

Con el tanto, Independiente creció aún más, se acomodó mejor en el campo y logró neutralizar a un Boca que mandó todo a la cancha: en los últimos minutos Ischia juntó arriba a Riquelme, Palermo, Figueroa y Viatri. Pero poco pudieron hacer todos ellos contra la hoy firme defensa roja y el corazón de Lucas Pusineri.

Y llegando a los 30 minutos de juego, el ingresado Diego Gavilán peleó una pelota y casi de casualidad habilitó a Mancuello, quien corrió en gran manera y fue derribado por el arquero de Boca. Montenegro, quién sino, se hizo cargo de la ejecución y la cambió por gol, liquidando definitivamente a un rival ya caído física y anímicamente.

Los minutos finales sirvieron para que el Rojo se floreara e hiciera circular el balón. El “ole, ole” de la hinchada no se hizo rogar y la desesperación hizo mella en Boca, que sufrió la segunda expulsión cuando Sebastián Battaglia bajó al inspiradísimo Montenegro.

Al igual que ante Racing, Independiente vivió otra jornada de fiesta, de grandeza, de esas que nunca tendrían que haberse ido del calendario rojo. Ojalá se repitan una y otra vez, para toda la alegría de la gente…

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