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Señores, respeto por el fútbol

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La llegada de Rubén Américo Gallego me generó alegría más allá de las expectativas. Es un entrenador con espalda para bancar lo que sea: desde el mal momento hasta la barrida de los inservibles. Por eso, cuando inició su segundo período como técnico de Independiente celebré sus palabras de fastidio. Muchos lo criticaron por su falta de códigos (¿?) pero lo cierto es que dijo la pura realidad y adhiero a cada una de las palabras. Es más, considero que Independiente no desentona en este mediocre torneo Clausura y no culpo al entrenador por los malos resultados: hace lo que puede con lo que hay y bastante mala sangre se hace. Aceptó apresurado el rol de DT pero asumiendo responsabilidades ajenas y esperando que el tiempo pase lo más rápido posible para poder encaminar esto en la próxima pretemporada. Claro que mientras tanto, el fútbol sigue y la idea es hacer el papel más decoroso posible. ¿Si me conformo? Claro que no porque soy consciente de que Independiente es demasiado grande para “conformarse” con estar en la mitad de la tabla pero lo cierto es que hay que ser realista y hoy por hoy, es lo que hay, mal que nos pese.

Observando el torneo en general veo que las realidades de los otros grandes no difieren mucho de la de nuestro amado Independiente. Es cierto, debemos mirar en casa sin preocuparnos por los otros pero no es casualidad que Boca no sea el de los últimos tiempos, que River siga por el camino de lo penoso, que Racing pelee una vez más con el promiedo y que San Lorenzo, camine por una cornisa que en cualquier momento se rompe definitivamente.

¿Es casualidad que Vélez sea líder que Colón, Lanús y Huracán no le pierdan pisada? Claro que no. Los equipos grandes se rasgan las vestiduras añorando la vieja historia, la época pasada en la que su “grandeza” lo acompañaba a cada paso. Los jugadores que hicieron grande a cada una de estas instituciones se deben agarrar la cabeza cuando analizan los 90 minutos de cada partido y cuando ven diferentes jugadores vistiendo los colores de su amado equipo. Pero lo cierto es que a la malaria futbolística, producto de los malos dirigentes en el 98% de los casos, se le suma la necesidad de vender para sanear los catastróficos momentos económicos de los clubes y la de comprar en lugar de armar una base firme en las inferiores como para que el primer equipo de alimente de promesas que cumplan el rol a la perfección.

Si miramos a los “grandes” encontramos diferentes realidades.

Independiente: no tiene jugadores a la altura de las circunstancias, tiene a un solo pobre tipo que más que jugador de fútbol tiene que ser mago para poder estar en diferentes sectores del campo de juego como es Daniel Montenegro. Dios quiera que ese muchacho no se vaya porque ahí nos vamos a ver en problemas seriamente. Assman, con su futuro hipotecado, y algo de Tuzzio, Gioda, Ríos (es discutible) y… pará de contar. Futbolísticamente: mediocre y a las pruebas me remito. Con sólo mirar un partido o la tabla de posiciones “general” como para darnos cuenta de que el momento actual de Independiente es preocupante. Se vienen promesas y Dios quiera que funcionen.

Racing, que pelea una vez más en la zona del promiedo. La realidad es que contrataron a un entrenador de equipo chico, que con recursos de “equipo chico” (esconder la pelota, hacer tiempo, cuidar el empate o cerrarse como traste de muñeca si se logra el gol que saque la diferencia) saca puntos como para soñar con la posibilidad de no descender. No es una ofensa lo de “equipo chico”. ¿Les da resultados? Con mucho coraje y conscientes de la realidad, van de a poco consiguiendo el objetivo.

River, con situaciones parecidas a la de Independiente. Fundamentalmente en cuanto a la categoría de los jugadores o aun peor porque River no tiene uno sólo que marque la diferencia. Afuera de la Libertadores (no me digan que al menos la juegan porque para jugarla así, prefiero ni jugarla) en la primera fase y con la mochila del último puesto en el torneo pasado.

San Lorenzo que empezó el torneo como candidato y que tras lesiones, malos resultados y pésimo juego, se quedó sin Libertadores, sin técnico y sin equipo porque es un verdadero caos lo que quedó por Boedo.

Y Boca, que se jacta de elegir la Copa Libertadores cuando en los últimos años elegía todo lo que se le cruzaba porque le daba el cuero. Hoy, con más ganas de eliminar a los históricos que de bancarlos, no le rinden ni los juveniles que en viejas épocas jugaban a la altura (o mejor) que los propios titulares.

¿Conclusión? Independiente, River, San Lorenzo y Racing hacen lo que pueden con lo que tienen y le faltan el respeto a la historia de sus clubes. Pueden tener grandes aspiraciones pero no les da el cuero para nada. Boca, subestima al torneo Clausura y si sigue en esa tesitura se queda sin el pan y sin la torta porque por este camino futbolístico, la Libertadores la terminará viendo por TV.

¿Conclusión II? Vélez, Colón, Lanús y Huracán (el que mejor juega más allá que no esté arriba de todo en la tabla de posiciones) hacen bien las cosas, sostienen sus equipos o venden lo justo y necesario, compran de la misma manera, respetan el torneo Clausura, lo quiere e intentan con buen juego y resultados enaltecer un torneo que si uno observa a los denominados “grandes” pareciera que no vale nada. Por suerte hay equipos y entrenadores como: Gareca con Vélez, Cappa con Huracán, Mohamed con Colón y Zubeldía con Lanús que respetan el fútbol argentino, que tienen hambre de gloria y que intentan hacer las cosas con buen pie y con aspiraciones claras y encaminadas. Quizás los grandes deberíamos empezar a aprender de los chicos.

Por Débora D´Amato para InfiernoRojo.com

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