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Si estuvimos en las buenas…

mareque

Dolor y satisfacción. Amargura y tranquilidad. Bronca y esperanza. La ambigüedad de las palabras lleva a demostrar las sensaciones de la mayoría de los hinchas de Independiente. Porque quizás, inconscientemente, cada simpatizante sabía hasta donde podía llegar este equipo, pero duele haber estado tan cerca y perder contra un equipo rústico, chico, que juega al error del rival y apuesta sus fichas a meter, correr y desgastar el partido con roces, cortes y otra serie de artimañas. Sí, que quede claro, Banfield es puntero por mérito propio, porque su postura de sacar puntos a cualquier costo le da réditos, y bien merecido lo tiene, pero que también quede claro que así como este campeonato está al borde de salir campeón, en el próximo puede pelear los últimos puestos.

En definitiva, se perdió inmerecidamente, porque a pesar de que Independiente no fue netamente superior, fue el conjunto que intentó ganar el partido desde el primer minuto de juego. Con caminos equivocados, con menos lucimientos y con algunas actuaciones individuales que no fueron buenas, pero siempre fue al frente, como manda la historia. Qué más se le puede pedir a los jugadores, que brindaron toda su nafta hasta donde les dio, que dejaron en alto el nombre del club y que nos regalaron tres clásicos de visitante, algo que hacía mucho no se daba. En fin, este grupo, siguiendo por la misma línea de trabajo realizada hasta el momento, nos va a regalar muchas alegrías. Así como nosotros necesitamos de ellos, ellos necesitan de nosotros. No por costumbre, sino por merecimientos. Porque jugaron con holgura, sacrificio y determinación. Faltó la hilada final, que dependerá de Américo Gallego y su mano a la hora de elegir los próximos refuerzos.

Este campeonato, que aún no terminó, deberá marcar un clic en la cabeza de cada jugador. Saber que la identificación con el hincha va de la mano y la mancomunión entre unos y otros será una estirpe galardonada en el orgullo. La huella está marcada, ahora queda por continuar el camino y que el próximo semestre venga con la gloria esperada. El grupo es fuerte, así como el cuerpo técnico que, con la ayuda de un manager codiciado y sabiondo, levantaron una etapa oscura del club.

Hoy las sensaciones marcan que el Independiente que todos queremos está de vuelta entre nosotros. Como hinchas habrá que reconocerlo el próximo viernes desde el tablón, distinguiendo a un equipo que contagia desde sus ganas y su temple. Esta vez no pudo ser, pero todavía quedan 12 puntos en juego que hay que ganarlos para esperar el milagro de clasificar a una copa internacional. Nada está perdido, el crédito está abierto y la ilusión cotiza en cuenta corriente. Gracias jugadores y cuerpo técnico por poner otra vez en alto la estirpe del Rojo. El viernes habrá que copar nuevamente el Libertadores de América, porque si estuvimos en las buenas…en las malas mucho más.

Nota: Esta columna está dedicada a aquellos hinchas que se mojaron hasta la medula sin importar la lluvia, sólo el sentimiento eterno que genera Independiente, a esos que jamás venderían los colores de su corazón por propagandas políticas hipócritas y nauseabundas,  que nada tienen que ver con la gloriosa historia y la mística del club.

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