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Tormenta imparable, aliento incesante

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Tal como se esperaba, ni la lluvia pudo detener a los ilusionados hinchas de Independiente. Otra vez coparon el Libertadores de América y la fiesta no se aguó. La previa en la semana pintaba para un estadio colmado con mucha emoción y ese delirio unificado pregonando por un triunfo que mantuviera en la punta al equipo del Tolo Gallego.

Con los resultados del viernes y el sábado, la espera se hacía cada vez más insufrible. No se soportaba. De ganar, Independiente se escaparía mucho de sus seguidores, descartando a Godoy Cruz que jugaba después.

Sin embargo, el domingo arrancó mal. Tormentas por todos lados; anuncio de alerta meteorológico; inundaciones y todo lo que suele suceder en un país en el que el agua está causando estragos, está ahogando proyectos.

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La realidad marcaba que el partido se iba a jugar, entonces los más aventureros se hicieron presentes desde temprano en Bochini y Alsina. La radio en sus auriculares les relataba, en tercera persona, lo que sucedía con la suspensión del Superclásico. Sí, la gente era testigo a la distancia del mal estado de la Bombonera y de un momento histórico. De todos modos, lo que más importaba era la palabra de Pompei.

Poco más de media hora antes del arranque de Independiente vs. Rosario Central, el árbitro del partido comunicaba su aprobación. Es que el terreno del Libertadores de América es del Primer Mundo y lo demostró tras los más de 90 minutos de juego.

Ni bien se conoció la decisión, se comenzó a inundar Avellaneda. Ojo, no de agua, sino de una avalancha de gente vestida de rojo y a puro grito que corría por las calles para llegar al Estadio, ocupar el lugar de siempre y alentar al equipo del Tolo. Estuvieron las banderas, de a poco se fue llenando el estadio y el festejo ensordecedor del aliento produjo lo más divino: la salida del sol.

Es que hasta el sol, esa estrella con propia luz que nos da vida, quiso ser testigo principal del triunfo del Rojo y del amor incondicional de sus hinchas. Justamente, hinchas que se bancaron el agua, se abrazaron, se quedaron afónicos gritando por el campeonato y entregaron lo último festejando en caravana hasta la avenida Mitre.

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La Hinchada ///

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