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Ya es hora

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La historia marca que para encontrar la última victoria sobre Boca hay que remontarse al Apertura 04, en tiempos de Bertoni al mando del equipo. De la mano de un inspiradísimo Insúa (de lo mejor en sus pasos por el club), Independiente vencía 2-1 al Boca de Brindisi y los dejaba tambaleando a ambos.

En una acertada decisión que no se repite como debiera y como todo el pueblo rojo reclama, Independiente sólo le habilitó ese día dos mil localidades al visitante, aunque (como siempre) había unos cuantos más. Del otro lado, más de treinta mil almas rojas vibraban en la previa de un clásico caliente.

La fórmula que utilizó el DT del chaleco de pescador  esa soleada tarde resulta extraña para los tiempos que corren: salió de entrada, con más recaudos de los pensados, a plantearlo con Jairo Castillo cómo unico delantero y Federico Insúa como mediapunta. De local y en un derby, la idea no sonaba bien.

Encima, el panorama desafinó feo a 5 del arranque nomás, cuando el Rojo quedó con diez hombres. Baldassi se apresuró en expulsar a Castillo y en no mostrarle la roja a Cascini, quien también la merecía.

Ahora que están tan de moda los numeritos y las pizarras magnéticas para mostrar cómo se para un equipo, Independiente se mostraba resignado, con un 4-4-1, con Insúa como delantero improvisado, perdido y solo allá arriba, entre cuatro defensores rivales.

Al promediar el PT, Neri Cardozo abrió la cuenta y todo quedó cuesta arriba: ganaba Boca y tenía un jugador más. Pero en fútbol, dos más dos no siempre es cuatro. Contra todos los pronósticos, el complemento fue a pedir del Rojo.

Boca descansaba en la tranquilidad de la ventaja, en el score y en el campo, y el único punta rojo (que no era delantero) era controlado por cuatro defensores. ¿Controlado? Al minuto, Insúa puso el 1-1, con una exquisita definición.

Llegó la expulsión de Cagna y el Rojo se envalentonó de la mano de un Insúa intratable, que iba a darlo vuelta y ganarlo, prácticamente solo, en veinte minutos: maniobra individual (como todas aquella tarde), enganche, falta y penal que cambió por gol.

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Lo sufría Abbondanzieri (lindos recuerdos en el arco de las vías, ¿no Roberto?), Cascini (de buen paso por el Rojo, un día llegó a Boca y se creyó Rattín. Fea la actitud de Raúl Alfredo, quien fue bien “atendido” por la gente ese día), Cagna, Tevez, entre los de mayor renombre.

Así Independiente, de local, volvía a ganar un clásico. Tuvo que esperar cuatro años. No lo hacía desde el 6 de diciembre de 2000, en la goleada 3-0, también a Boca.
Días más tarde, ese equipo de Bertoni recibía a Racing y la historia es conocida (bah, es como casi todas: centro atrás de Lorefice y gol de Jairo, con dedicatoria al Pato que ya no estaba).

Han pasado cinco años desde esa jornada caliente, de aliento, nervios, afonía y placer. Ya es hora, Rojo.

Maxi Carloni para Infiernorojo

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