Viernes 31/05/2019, 14:48:49
Sangramos de nuevo
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Hace mucho tiempo no escribo en el foro, a pesar de ser un frecuente lector del mismo.
De mis pocos (o no tanto ya) 26 años, dediqué sólo 17 años a ver, seguir y sentir el fútbol. Me dispuse a verlo, a hacerme fanático(como si pudiera elegirlo), casualmente aquella noche en la Doble Visera, en un partido contra Lanús, cuando el rojo se vestía, llamativamente, de azul. Aquella noche el Cuqui marcaría el primero de los 16 goles que haría ese torneo.
Me dispuse a seguir al club de mi padre, gracias a Dios, el mismo campeonato en que volvíamos a ser campeones después de 8 años. No quiero ni pensar hacia dónde hubiera girado mi interés si no hacíamos semejante campaña.
Me enamoré del fútbol y del color rojo, cuando a esa edad, amaba todo lo que tenía el color azul. Después de ahí, me sentí como esa persona, hombre o mujer, que vuelve a visitar ese sitio en donde vio a la persona que amó, para ver si podía verla de nuevo, si la suerte estaba de su lado, pero que al final tenía que resignarse. Así me sentí. En los años siguientes acumulé derrotas, lágrimas alguna que otra vez, pero sobre todo vi como el gigante del que me hablaba mi papá, los mayores y algún que otro diario o periodista, seguía desangrándose.
Mi club, con 7 copas Libertadores, que no sé cuántos años de ventaja dio, que le ganó a la Juve en Italia, que después de las Malvinas gritó campeón ante un equipo inglés, que dio la vuelta con 3 hombres menos, que tuvo al Bocha, a ese mismo que el Diego idolatra y al que llama maestro. Sin embargo, de mi club sólo vi despedidas tempradas de las copas, campeonatos de mitad de tabla para abajo, rivales que se agigantaban ante nosotros, sea quien sea. Vi a los demás levantar trofeos, a mis compañeros sintiéndose campeones en las clases. Yo sólo veía al rojo muriéndose, día a día. Para resumirles que en tantos años de seguirlo, fueron 2 o 3 veces las que pude verlo dar vuelta un partido.
Después del descenso creí que ya nada podía empeorar. Llevé a mi novia por primera vez a la cancha aquella tarde contra Patronato, cuando de casualidad conseguimos un 0 a 0 de local y tuvimos el desquite con Huracán. Decepción tras decepción.
Tiempo después viene un tipo, de otra estirpe, de otro lugar y por un rato, mi club deja de sangrar. Me digo que es una falsa alarma, es un verano nada más. De pronto, se daba vuelta la tortilla, eran mis amigos los que decían "Uh la puta madre" cuando les tocaba el rojo en el próximo partido. De pronto, volví a ver un partido de visitante pensando en cuánto íbamos a ganar, y no en si podríamos arañar un empate para después compensarlo en casa.
Holan tuvo sus errores, ha tomado malas decisiones y, para mí lo peor, se ha encaprichado con jugadores que nunca rindieron. Al parecer, pudo más su orgullo que el equipo. Aún así, creo que le debemos mucho, porque volvió a poner de pie a un equipo al que ya nadie respetaba. Nos volvió a poner en el deber de luchar por todo, de pelearle a River y Boca con sus presupuestos infinitos y con los todos los medios y arbitrajes a su favor. Volvimos a dar vueltas los partidos, a ganar gustando, a levantar una copa. Volvimos a ser inmensos en el mítico Maracaná. Volvimos a ser Rey de Copas.
Ojalá vuelva algún día, más maduro como DT, con más autocrítica y con el mismo hambre de gloria.
Que esto no sea un error duro, que ganemos tanto como para que los periodistas deseen que vuelva Holan.
Ojalá mi rojo, nuestro rojo, no se desangre de nuevo.
De mis pocos (o no tanto ya) 26 años, dediqué sólo 17 años a ver, seguir y sentir el fútbol. Me dispuse a verlo, a hacerme fanático(como si pudiera elegirlo), casualmente aquella noche en la Doble Visera, en un partido contra Lanús, cuando el rojo se vestía, llamativamente, de azul. Aquella noche el Cuqui marcaría el primero de los 16 goles que haría ese torneo.
Me dispuse a seguir al club de mi padre, gracias a Dios, el mismo campeonato en que volvíamos a ser campeones después de 8 años. No quiero ni pensar hacia dónde hubiera girado mi interés si no hacíamos semejante campaña.
Me enamoré del fútbol y del color rojo, cuando a esa edad, amaba todo lo que tenía el color azul. Después de ahí, me sentí como esa persona, hombre o mujer, que vuelve a visitar ese sitio en donde vio a la persona que amó, para ver si podía verla de nuevo, si la suerte estaba de su lado, pero que al final tenía que resignarse. Así me sentí. En los años siguientes acumulé derrotas, lágrimas alguna que otra vez, pero sobre todo vi como el gigante del que me hablaba mi papá, los mayores y algún que otro diario o periodista, seguía desangrándose.
Mi club, con 7 copas Libertadores, que no sé cuántos años de ventaja dio, que le ganó a la Juve en Italia, que después de las Malvinas gritó campeón ante un equipo inglés, que dio la vuelta con 3 hombres menos, que tuvo al Bocha, a ese mismo que el Diego idolatra y al que llama maestro. Sin embargo, de mi club sólo vi despedidas tempradas de las copas, campeonatos de mitad de tabla para abajo, rivales que se agigantaban ante nosotros, sea quien sea. Vi a los demás levantar trofeos, a mis compañeros sintiéndose campeones en las clases. Yo sólo veía al rojo muriéndose, día a día. Para resumirles que en tantos años de seguirlo, fueron 2 o 3 veces las que pude verlo dar vuelta un partido.
Después del descenso creí que ya nada podía empeorar. Llevé a mi novia por primera vez a la cancha aquella tarde contra Patronato, cuando de casualidad conseguimos un 0 a 0 de local y tuvimos el desquite con Huracán. Decepción tras decepción.
Tiempo después viene un tipo, de otra estirpe, de otro lugar y por un rato, mi club deja de sangrar. Me digo que es una falsa alarma, es un verano nada más. De pronto, se daba vuelta la tortilla, eran mis amigos los que decían "Uh la puta madre" cuando les tocaba el rojo en el próximo partido. De pronto, volví a ver un partido de visitante pensando en cuánto íbamos a ganar, y no en si podríamos arañar un empate para después compensarlo en casa.
Holan tuvo sus errores, ha tomado malas decisiones y, para mí lo peor, se ha encaprichado con jugadores que nunca rindieron. Al parecer, pudo más su orgullo que el equipo. Aún así, creo que le debemos mucho, porque volvió a poner de pie a un equipo al que ya nadie respetaba. Nos volvió a poner en el deber de luchar por todo, de pelearle a River y Boca con sus presupuestos infinitos y con los todos los medios y arbitrajes a su favor. Volvimos a dar vueltas los partidos, a ganar gustando, a levantar una copa. Volvimos a ser inmensos en el mítico Maracaná. Volvimos a ser Rey de Copas.
Ojalá vuelva algún día, más maduro como DT, con más autocrítica y con el mismo hambre de gloria.
Que esto no sea un error duro, que ganemos tanto como para que los periodistas deseen que vuelva Holan.
Ojalá mi rojo, nuestro rojo, no se desangre de nuevo.
Antes de ser de rasin yo me muero