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Viernes 22/02/2019, 14:04:53
El mejor partido jamás jugado
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Tomense el tiempo de leer esto, si amas el futbol es una cosa de otro planeta

Primera parte:

Eran seis. Esa noche era la última en Río de Janeiro y estaban jugando un torneo de penales medio bizarro contra uno de los arcos de una canchita iluminada de Copacabana. Jugaban con una pelota chiquita porque era la única que habían llevado y porque, en realidad, los penales eran la excusa para estar tirados tomando cerveza Skol. Mucha cerveza Skol. Algo así como un pack de 24 latas de medio litro que estaban en el departamento en el que se hospedaban, a escasos 70 u 80 metros de ese arco en el cual transcurrían los penales bizarros. Cada tanto, uno de los seis iba de una corrida a buscar unas cuantas latas para que no pierdan el frío.Al cabo de una hora, o algo así, un grupo empezó a patear contra el otro arco. Los seis amigos que jugaban el torneo de penales los miraron pero sin darle mucha bola a la situación y siguieron en la suya: penales y cerveza. El día anterior Argentina había jugado en Brasilia y dos de ellos estuvieron a punto de viajar al partido. En este punto abro un paréntesis para mencionar que de haber ocurrido eso (y agradezco que no) no habría existido torneo de penales bizarro, Skol fría, arquito de Copacabana iluminado y todo lo que viene a continuación. Es decir, ni una sola línea de esta historia. Cierro paréntesis.Siguieron jugando y comentaron entre ellos que los tipos del otro arco hacían jueguito, la paraban de pecho, pateaban al ángulo, etcétera. No importaba, el torneo de penales bizarro seguía su rumbo. Casi todos los mini cruces los ganó la misma pareja. Creo que fue durante el cuarto o quinto torneíto que sucedió ese momento exacto en el cual se acercó uno de los tipos del otro arco. Se acercó y me encaró a mí. Me preguntó si queríamos jugar un partido utilizando un español improvisado que exponía a las claras su acento italiano. Le dije que no, que estábamos hinchando las bolas y tomando birra, a lo cual agradeció, sonrió y se volvió al arco en el que estaban sus amigos.(Punto y aparte. Hagamos una trampa literaria y viajemos unos años atrás para situarnos en ese momento exacto en el cual el italiano vuelve a su arco a pararla de pecho y jugar una especie de 25 con sus amigos. De ahora en más, la historia se narrará en presente. Nuevo punto y aparte.)Termina ese cuarto o quinto torneo, empezamos el siguiente y se vuelve a acercar el mismo sujeto. Nos pregunta si queremos jugar y decimos otra vez que no pero esta vez un poco más dubitativos. Casi todos empezamos a tener ganas de jugar un ratito menos uno, que está inflexible en su decisión de no jugar. No quiere saber nada con correr y no quiere que le rompamos más las pelotas. No lo hacemos por un rato. Después de ese rato se produce el tercer ofrecimiento y ya estamos todos con muchas ganas de jugar menos él, el sexto. Ellos son siete y sin él no podemos jugar, no hay forma. Jugaríamos seis contra seis, pensamos todos, teniendo ellos un cambio. Pero si él no juega, si el sexto tipo que se rehúsa a jugar no declina de su posición, el partido es inviable porque la cancha es muy grande para jugar con cinco jugadores por equipo. Aparte de esto los italianos, o EL italiano y los otros, ya que no sabemos nada de la nacionalidad del resto del grupo, empiezan a estar un poco incómodos con nuestra presencia porque quieren jugar al fútbol y hay seis estúpidos que están pateando con una pelota de jardín mientras toman birra. Supongo que deben estar pensando “si no van a aceptar, váyanse a la mierda y déjenos jugar a nosotros”.Convencemos al sexto de que juegue arriba, de nueve, de tanqueta a bajar la pelota, buscar foules y patear fuerte cuando la pelota le quede cerca del arco y llegamos a un acuerdo con los italianos (porque sí, eran todos italianos): vamos a jugar dos tiempos de 15 minutos sin cambiar de lado en el entretiempo. Nos parece justo. Creo que quieren 20 pero nuestras piernas apenas pueden soportar los pactados 15.Rueda la pelota y nosotros estamos bien organizados porque, sabemos, esos tipos hacen jueguito, la paran de pecho, patean al ángulo, etcétera. Todas cualidades que carecen en nuestro equipo y deben ser compensadas con orden, picardía y sacrificio. Un equipo, el nuestro, compuesto por un solo jugador nato de fútbol, un arquero bastante aceptable de fútbol cinco y cuatro deformes que no cuentan con ningún tipo de talento.Nos paramos 3-1-1 para esperarlos y meter toda pelota que tengamos en poder al área rival. Cualquier saque de arco o lateral es impulsado directamente al área, a la posición del sexto para ver si él, con la ayuda del mejor de los nuestros que juega en el medio, pueden armar alguna escaramuza que impulse esa cosa redonda adentro del arco. Es eso, conseguir un foul o algo que nos otorgue una chance de meter la pelota al área y esperar un error del rival para hacer un gol de mierda.Van cinco minutos y ya estamos perdiendo 1 a 0. Fue un flaco de remera celeste el que se la llevó por izquierda, enganchó para adentro y pateando de derecha la metió al segundo palo. Golazo al ángulo. A los pocos minutos, ese mismo tipo de remera celeste hace una media chilena de mitad de cancha que pasa muy cerca del arco. ¿La estamos pasando mal? Sí. Decidimos seguir igual: 3-1-1 y a esperar. Pensamos que salir a buscar el partido nos puede llevar a hacer un ridículo histórico.Nos están paseando y estoy concentrado en que no nos bailen más. Hay un lateral en el costado izquierdo del ataque de ellos, cerca de la Avenida Atlántica y viene el mejor de los nuestros, el único jugador nato a decirme algo. No le doy bola y le digo que ponga huevo y se concentre que están por hacer el lateral. Se acerca de nuevo y me vuelve a decir algo pero esta vez no le contesto, solo lo miro. No le entiendo. A la tercera ocasión me agarra del brazo y me dice “es Del Piero”. Me quedo medio congelado y el tipo de remera celeste me pasa corriendo por adelante. Ni lo marco, solo intento mirarle la cara para confirmar lo que me acaba de decir mi amigo, el mejor de los nuestros. Me parece que sí, que es él. La pelota se va al corner y me le pego. Sí, carajo, es él. O sea, no sé si es él pero mi amigo dijo eso y yo lo veo a él así que para mí sí, es ÉL. Y se lo digo al arquero, que me mira con los hombros caídos y la boca medio abierta, como todos nos imaginamos sería la reacción de un nene que ve a Papa Noel por primera vez.

Segunda parte:

Creo que para este punto ninguno de nosotros quiere seguir jugando el partido. Queremos que termine para asegurarnos una foto, un abrazo o algo con Del Piero. En el mientras tanto, uno de mis compañeros de zaga central me dice “el del fondo es un defensor de Italia de los 90”. No me sabe decir el nombre y le digo que para mí está delirando porque el entusiasmo nos consume. El partido sigue y quedo mano a mano con Del Piero sobre el costado derecho de su ataque, del lado del mar, mientras de fondo se escuchan las olas de Río romper con fuerza. Me espera y me la muestra pero no la toca. Estiro la pierna para puntearla y paso de largo. Al darme vuelta, el tipo de remera celeste ya me sacó 10 metros.Se repite la jugada del primer gol pero el arquero, ese que es bastante aceptable para el fútbol 5, se agranda y saca un bochazo que iba al segundo palo. Es, quizás, el momento más grande su vida. Es el gol a River en la final intercontinental del 96 que no pudo sacar Bonano. Pasa el tiempo, nos siguen bailando y nos hacen el segundo. No lo hizo Del Piero sino un flaquito de barbita que también juega muy bien. Es como si no quisieramos jugar por tener la cabeza en otra cosa, en reflejar ese momento en una foto o algo que inmortalice el momento. Termina el primer tiempo.

Tercera parte:

Es el entretiempo y estamos hablando del tema, respirando y empezando a dejar de lado la locura del momento que estamos pasando para proponernos hacer lo mejor que podamos. ¿Cuántas chances más podemos tener de jugar contra Del Piero y sus amigos? Nos proponermos poner todo. Decidimos cambiar la formación y pasamos a jugar 2-2-1 porque nos damos cuenta que estamos regalando el mediocampo. Es riesgoso pero también puede servir para poner un tapón en mitad de cancha que nos permita frenar un poco sus llegadas. El que pasa al medio es el más alto de los nuestros, con la idea de que en la pelotas ofensivas que metamos desde el arco y los laterales esté en el área junto al sexto para intentar forzar algo.Arranca el segundo tiempo y estamos mejor parados. Nos gritamos entre nosotros y nos empujamos a tirar para adelante para ver hasta dónde podemos llegar. Pasa el tiempo y nada, pero al menos logramos frenar un poquito su dominio y meter alguna bomba al área que genera cierto desconcierto en los rivales. Mi amigo de zaga central que juega de cinco me sigue diciendo que uno de sus defensores jugaba en la década del 90 en la Selección Italiana. Yo qué sé.En uno de esos cruces picantes que se dan en la arena de los potreros playeros de Río de Janeiro, el mejor de los nuestros se la lleva por derecha, logra dejar atrás a un rival y tira un centro medio rasante que logra impactar el más alto jugador de nuestro equipo, el que todo el tiempo repite “ese de atrás jugaba en la Selección Italiana de los 90”. Es gol y nos ponemos 1-2 sin ningún tipo de merecimiento. Pero nos ponemos 1-2 y quedan unos ocho minutos. Sí, sabemos que es casi imposible. ¿Y?Queda poco tiempo, tres o cuatro minutos. Estamos llegando pero muy poco y lo más probable es que nos emboquen ellos en algún ataque. El menos futbolero de los nuestro le saca dos pelotas seguidas heroicas a Del Piero. Si mañana contamos que él hizo eso, nadie nos va a creer. Creo que exagero si digo que jugó al fútbol cinco veces en su vida. Tenemos un corner a favor. Patea el mejor de los nuestros y ponemos a dos personas en el área: el sexto, ese que se rehusaba a jugar; y el alto, el que era defensor central, pasó al medio y sabe que uno de ellos es un defensor de la Selección Italiana de los 90. El centro es llovido y la pelota cae y pica en al área, en el medio de un área que es pura arena blanda. Todos intentan patear pero nadie puede hacerlo. La pelota no se ve, queda tapada por piernas, arena que vuela y bruma. De repente hay un grito de gol. Es el sexto, ese que no quería jugar. No la pateó, pero gracias a empujarse con los rivales y llevar la pelota como un medio scrum en medio de una formación de rugby atravesó la línea y nos dio el empate. Empatamos, sí.Quedan dos minutos y tenemos que resistir. No se acordó nada en la previa respecto a una definición tras un empate pero no nos importa: el empate es heroico y tenemos que concentrarnos al máximo de nuestras carentes posibilidades para mantener ese 2 a 2 histórico.Gritan de afuera, es el suplente de ellos con el cronómetro en mano que avisa que el partido terminó. ¿Y ahora?

?Cuarta parte:Resulta que Del Piero habla muy bien español. Lo habla bien y lo descubrimos porque se acerca a decir que el partido se juega hasta que un equipo haga dos goles. No way, Alex. No hay chances de que este equipo de mierda, o sea nosotros, haga dos goles. Nuestra única chance, nuestra utópica chance de ganar este suplementario, pasa por hacer un gol como sea, un verdadero GOL DE CHOTA. No tenemos talento alguno para hacer dos goles antes que ustedes lo hagan. Ocurrió una vez, en el segundo tiempo de este partido de playa que se está dando por la alineación de todos los planetas y no va a volver a suceder. Si un día llego a ir al Casino y meto un Jackpot o algo así, agarraré mis cosas y me iré a la re mierda ya que eso ocurre una y solo una vez en la vida. Del Piero acepta nuestras condiciones y jugamos al famoso gol gana, el de Laurent Blanc en Francia 98 que dejó destrozado al glorioso Chilavert. No hay tiempo de juego, el que hace el gol gana.Arranca el suplementario y estamos jugando a matar. La Gloria o Devoto. El empate fue hermoso y glorioso pero del segundo no se acuerda nadie. Seguramente nos ganen pero nos van a tener que arrancar las patas porque esto, para nosotros, ESTA MIERDA QUE ESTAMOS VIVIENDO, es el punto máximo de nuestras inexistentes carreras deportivas. Somos un grupo de seis papeloneros de la vida que está ante la situación histórica de salir de la mediocridad de su existencia por una vez.Nos llegan por todos lados pero resistimos. Si el Reverendo Alegría de Los Simpson relatara este momento diría “italianos a mi izquierda, italianos a mi derecha, el equipo rival avanzaba como una locomotora”. Pero nosotros aguantamos y esperamos cualquier lateral o saque de arco para meterla al área y que ese supuesto defensor de los 90, el arquero o algún otro tano se equivoque y haga un gol en contra.Queda una pelota picando en la mitad de cancha y uno de ellos va a buscarla. Me tiro a la pelota barriendo por la izquierda y lo hago caer. La pelota queda en juego girando sobre un montículo de arena y el sexto, ese que casi genera que esta experiencia no exista, la para con su pie derecho. Uno de ellos llega y lo cuerpea. El sexto se cae empujando un poco la pelota y grita “fooooul”. La pelota le cae al mejor de los nuestros y yo miro todo desde el piso. La controla y le grito “PATEÁAAA”, y el mejor de los nuestros patea al segundo palo, al ángulo, convirtiendo, quizás, el gol más lindo e importante de su vida. Y digo quizás porque yo no puedo hablar por él pero sí por nosotros, por el grupo. Y cuando uno es capaz de generar eso en sus amigos, esa alegría y esos abrazos que siguieron durante horas y esos relatos que rememoran esa anécdota en cada reunión hasta el día de hoy, cuando pasaron ya casi cinco años, lo personal es empujado por lo colectivo y toma mayor relevancia.Sí, ganamos un partido imposible. Ganamos un partido que era impensado tener la chance de siquiera jugar y que rechazamos dos veces por estar tomando birra y pateando unos penales bizarros. ¿Qué o quién nos puso en ese preciso momento en ese lugar?, ¿por qué finalmente declinó el sexto de su idea de no jugar?, ¿cuál fue la razón que llevó a dos de los nuestros a no ir a Brasilia? Qué, y quién, y por qué tantas cosas. Y el defensor central que pasó al medio, ese alto que gritaba sin parar que el defensor central de ellos era de la Selección Italiana de los 90 tenía razón: era Alessandro Costacurta. Ah, un dato más, el muchacho que jugaba muy lindo e hizo el segundo gol es un tal Daniele Adani, ex jugador de Inter y Fiorentina.Un día fui con mis amigos al mundial de Brasil y ganamos un partido imposible. El mejor partido jamás jugado. Un partido más heroico que el Maracanazo de 1950.




En la fila me pueden chupar bien la pija:Yoyo MaldonadoPuma DamianiEl viejo trolo de Seoane
Viernes 22/02/2019, 14:11:12
4036 Posts - 1794 Puntos
No llore ni cuando colgaron a mi padre por robar un cerdo... Pero ahora si!

En la fila me pueden chupar bien la pija:Yoyo MaldonadoPuma DamianiEl viejo trolo de Seoane
Viernes 22/02/2019, 14:15:52
17510 Posts - 11250 Puntos
Viernes 22/02/2019, 14:30:36
114 Posts - 11 Puntos
Imposible leerlo así, ¿podrías arreglarlo?.
Viernes 22/02/2019, 14:31:53
9037 Posts - 2447 Puntos
imposible leer puma querido!!!!


leí los primeros 2 renglones y casi me agarra un pre-pre infarto
No confíes en las personas cuyos sentimientos cambian con el tiempo. Confía en las personas cuyos sentimientos siguen siendo los mismos, incluso cuando el tiempo cambie.           Vivimos entrenando para hacer dinero.. estudiando, cosas que aveces ni siquiera queremos, esculpiendo nuestros cuerpos para estar buenas y buenos pues sabemos que para ver corazones todos son ciegos.. el orgullo y el ego, hablando de felicidad sin siquiera saber lo que queremos.. Todos quieren la jeva mas buena, camioneta nueva, pero ¿¿Y la felicidad que?? 
Viernes 22/02/2019, 14:38:16
1679 Posts - 733 Puntos
El mejor partido jamas jugadoLo iba a postear y me ganaste de mano....

Terrible.

Les dejo el link para que lo lean mejor



Hubo que esperar 4 años y una temporada en la B para ver esto...
Viernes 22/02/2019, 14:38:39
2809 Posts - 1731 Puntos
Escrito por ElPumaValles

Tomense el tiempo de leer esto, si amas el futbol es una cosa de otro planeta

Primera parte:Eran seis. Esa noche era la última en Río de Janeiro y estaban jugando un torneo de penales medio bizarro contra uno de los arcos de una canchita iluminada de Copacabana. Jugaban con una pelota chiquita porque era la única que habían llevado y porque, en realidad, los penales eran la excusa para estar tirados tomando cerveza Skol. Mucha cerveza Skol. Algo así como un pack de 24 latas de medio litro que estaban en el departamento en el que se hospedaban, a escasos 70 u 80 metros de ese arco en el cual transcurrían los penales bizarros. Cada tanto, uno de los seis iba de una corrida a buscar unas cuantas latas para que no pierdan el frío.Al cabo de una hora, o algo así, un grupo empezó a patear contra el otro arco. Los seis amigos que jugaban el torneo de penales los miraron pero sin darle mucha bola a la situación y siguieron en la suya: penales y cerveza. El día anterior Argentina había jugado en Brasilia y dos de ellos estuvieron a punto de viajar al partido. En este punto abro un paréntesis para mencionar que de haber ocurrido eso (y agradezco que no) no habría existido torneo de penales bizarro, Skol fría, arquito de Copacabana iluminado y todo lo que viene a continuación. Es decir, ni una sola línea de esta historia. Cierro paréntesis.Siguieron jugando y comentaron entre ellos que los tipos del otro arco hacían jueguito, la paraban de pecho, pateaban al ángulo, etcétera. No importaba, el torneo de penales bizarro seguía su rumbo. Casi todos los mini cruces los ganó la misma pareja. Creo que fue durante el cuarto o quinto torneíto que sucedió ese momento exacto en el cual se acercó uno de los tipos del otro arco. Se acercó y me encaró a mí. Me preguntó si queríamos jugar un partido utilizando un español improvisado que exponía a las claras su acento italiano. Le dije que no, que estábamos hinchando las bolas y tomando birra, a lo cual agradeció, sonrió y se volvió al arco en el que estaban sus amigos.(Punto y aparte. Hagamos una trampa literaria y viajemos unos años atrás para situarnos en ese momento exacto en el cual el italiano vuelve a su arco a pararla de pecho y jugar una especie de 25 con sus amigos. De ahora en más, la historia se narrará en presente. Nuevo punto y aparte.)Termina ese cuarto o quinto torneo, empezamos el siguiente y se vuelve a acercar el mismo sujeto. Nos pregunta si queremos jugar y decimos otra vez que no pero esta vez un poco más dubitativos. Casi todos empezamos a tener ganas de jugar un ratito menos uno, que está inflexible en su decisión de no jugar. No quiere saber nada con correr y no quiere que le rompamos más las pelotas. No lo hacemos por un rato. Después de ese rato se produce el tercer ofrecimiento y ya estamos todos con muchas ganas de jugar menos él, el sexto. Ellos son siete y sin él no podemos jugar, no hay forma. Jugaríamos seis contra seis, pensamos todos, teniendo ellos un cambio. Pero si él no juega, si el sexto tipo que se rehúsa a jugar no declina de su posición, el partido es inviable porque la cancha es muy grande para jugar con cinco jugadores por equipo. Aparte de esto los italianos, o EL italiano y los otros, ya que no sabemos nada de la nacionalidad del resto del grupo, empiezan a estar un poco incómodos con nuestra presencia porque quieren jugar al fútbol y hay seis estúpidos que están pateando con una pelota de jardín mientras toman birra. Supongo que deben estar pensando “si no van a aceptar, váyanse a la mierda y déjenos jugar a nosotros”.Convencemos al sexto de que juegue arriba, de nueve, de tanqueta a bajar la pelota, buscar foules y patear fuerte cuando la pelota le quede cerca del arco y llegamos a un acuerdo con los italianos (porque sí, eran todos italianos): vamos a jugar dos tiempos de 15 minutos sin cambiar de lado en el entretiempo. Nos parece justo. Creo que quieren 20 pero nuestras piernas apenas pueden soportar los pactados 15.Rueda la pelota y nosotros estamos bien organizados porque, sabemos, esos tipos hacen jueguito, la paran de pecho, patean al ángulo, etcétera. Todas cualidades que carecen en nuestro equipo y deben ser compensadas con orden, picardía y sacrificio. Un equipo, el nuestro, compuesto por un solo jugador nato de fútbol, un arquero bastante aceptable de fútbol cinco y cuatro deformes que no cuentan con ningún tipo de talento.Nos paramos 3-1-1 para esperarlos y meter toda pelota que tengamos en poder al área rival. Cualquier saque de arco o lateral es impulsado directamente al área, a la posición del sexto para ver si él, con la ayuda del mejor de los nuestros que juega en el medio, pueden armar alguna escaramuza que impulse esa cosa redonda adentro del arco. Es eso, conseguir un foul o algo que nos otorgue una chance de meter la pelota al área y esperar un error del rival para hacer un gol de mierda.Van cinco minutos y ya estamos perdiendo 1 a 0. Fue un flaco de remera celeste el que se la llevó por izquierda, enganchó para adentro y pateando de derecha la metió al segundo palo. Golazo al ángulo. A los pocos minutos, ese mismo tipo de remera celeste hace una media chilena de mitad de cancha que pasa muy cerca del arco. ¿La estamos pasando mal? Sí. Decidimos seguir igual: 3-1-1 y a esperar. Pensamos que salir a buscar el partido nos puede llevar a hacer un ridículo histórico.Nos están paseando y estoy concentrado en que no nos bailen más. Hay un lateral en el costado izquierdo del ataque de ellos, cerca de la Avenida Atlántica y viene el mejor de los nuestros, el único jugador nato a decirme algo. No le doy bola y le digo que ponga huevo y se concentre que están por hacer el lateral. Se acerca de nuevo y me vuelve a decir algo pero esta vez no le contesto, solo lo miro. No le entiendo. A la tercera ocasión me agarra del brazo y me dice “es Del Piero”. Me quedo medio congelado y el tipo de remera celeste me pasa corriendo por adelante. Ni lo marco, solo intento mirarle la cara para confirmar lo que me acaba de decir mi amigo, el mejor de los nuestros. Me parece que sí, que es él. La pelota se va al corner y me le pego. Sí, carajo, es él. O sea, no sé si es él pero mi amigo dijo eso y yo lo veo a él así que para mí sí, es ÉL. Y se lo digo al arquero, que me mira con los hombros caídos y la boca medio abierta, como todos nos imaginamos sería la reacción de un nene que ve a Papa Noel por primera vez.Segunda parte:Creo que para este punto ninguno de nosotros quiere seguir jugando el partido. Queremos que termine para asegurarnos una foto, un abrazo o algo con Del Piero. En el mientras tanto, uno de mis compañeros de zaga central me dice “el del fondo es un defensor de Italia de los 90”. No me sabe decir el nombre y le digo que para mí está delirando porque el entusiasmo nos consume. El partido sigue y quedo mano a mano con Del Piero sobre el costado derecho de su ataque, del lado del mar, mientras de fondo se escuchan las olas de Río romper con fuerza. Me espera y me la muestra pero no la toca. Estiro la pierna para puntearla y paso de largo. Al darme vuelta, el tipo de remera celeste ya me sacó 10 metros.Se repite la jugada del primer gol pero el arquero, ese que es bastante aceptable para el fútbol 5, se agranda y saca un bochazo que iba al segundo palo. Es, quizás, el momento más grande su vida. Es el gol a River en la final intercontinental del 96 que no pudo sacar Bonano. Pasa el tiempo, nos siguen bailando y nos hacen el segundo. No lo hizo Del Piero sino un flaquito de barbita que también juega muy bien. Es como si no quisieramos jugar por tener la cabeza en otra cosa, en reflejar ese momento en una foto o algo que inmortalice el momento. Termina el primer tiempo.Tercera parte:Es el entretiempo y estamos hablando del tema, respirando y empezando a dejar de lado la locura del momento que estamos pasando para proponernos hacer lo mejor que podamos. ¿Cuántas chances más podemos tener de jugar contra Del Piero y sus amigos? Nos proponermos poner todo. Decidimos cambiar la formación y pasamos a jugar 2-2-1 porque nos damos cuenta que estamos regalando el mediocampo. Es riesgoso pero también puede servir para poner un tapón en mitad de cancha que nos permita frenar un poco sus llegadas. El que pasa al medio es el más alto de los nuestros, con la idea de que en la pelotas ofensivas que metamos desde el arco y los laterales esté en el área junto al sexto para intentar forzar algo.Arranca el segundo tiempo y estamos mejor parados. Nos gritamos entre nosotros y nos empujamos a tirar para adelante para ver hasta dónde podemos llegar. Pasa el tiempo y nada, pero al menos logramos frenar un poquito su dominio y meter alguna bomba al área que genera cierto desconcierto en los rivales. Mi amigo de zaga central que juega de cinco me sigue diciendo que uno de sus defensores jugaba en la década del 90 en la Selección Italiana. Yo qué sé.En uno de esos cruces picantes que se dan en la arena de los potreros playeros de Río de Janeiro, el mejor de los nuestros se la lleva por derecha, logra dejar atrás a un rival y tira un centro medio rasante que logra impactar el más alto jugador de nuestro equipo, el que todo el tiempo repite “ese de atrás jugaba en la Selección Italiana de los 90”. Es gol y nos ponemos 1-2 sin ningún tipo de merecimiento. Pero nos ponemos 1-2 y quedan unos ocho minutos. Sí, sabemos que es casi imposible. ¿Y?Queda poco tiempo, tres o cuatro minutos. Estamos llegando pero muy poco y lo más probable es que nos emboquen ellos en algún ataque. El menos futbolero de los nuestro le saca dos pelotas seguidas heroicas a Del Piero. Si mañana contamos que él hizo eso, nadie nos va a creer. Creo que exagero si digo que jugó al fútbol cinco veces en su vida. Tenemos un corner a favor. Patea el mejor de los nuestros y ponemos a dos personas en el área: el sexto, ese que se rehusaba a jugar; y el alto, el que era defensor central, pasó al medio y sabe que uno de ellos es un defensor de la Selección Italiana de los 90. El centro es llovido y la pelota cae y pica en al área, en el medio de un área que es pura arena blanda. Todos intentan patear pero nadie puede hacerlo. La pelota no se ve, queda tapada por piernas, arena que vuela y bruma. De repente hay un grito de gol. Es el sexto, ese que no quería jugar. No la pateó, pero gracias a empujarse con los rivales y llevar la pelota como un medio scrum en medio de una formación de rugby atravesó la línea y nos dio el empate. Empatamos, sí.Quedan dos minutos y tenemos que resistir. No se acordó nada en la previa respecto a una definición tras un empate pero no nos importa: el empate es heroico y tenemos que concentrarnos al máximo de nuestras carentes posibilidades para mantener ese 2 a 2 histórico.Gritan de afuera, es el suplente de ellos con el cronómetro en mano que avisa que el partido terminó. ¿Y ahora?Cuarta parte:Resulta que Del Piero habla muy bien español. Lo habla bien y lo descubrimos porque se acerca a decir que el partido se juega hasta que un equipo haga dos goles. No way, Alex. No hay chances de que este equipo de mierda, o sea nosotros, haga dos goles. Nuestra única chance, nuestra utópica chance de ganar este suplementario, pasa por hacer un gol como sea, un verdadero GOL DE CHOTA. No tenemos talento alguno para hacer dos goles antes que ustedes lo hagan. Ocurrió una vez, en el segundo tiempo de este partido de playa que se está dando por la alineación de todos los planetas y no va a volver a suceder. Si un día llego a ir al Casino y meto un Jackpot o algo así, agarraré mis cosas y me iré a la re mierda ya que eso ocurre una y solo una vez en la vida. Del Piero acepta nuestras condiciones y jugamos al famoso gol gana, el de Laurent Blanc en Francia 98 que dejó destrozado al glorioso Chilavert. No hay tiempo de juego, el que hace el gol gana.Arranca el suplementario y estamos jugando a matar. La Gloria o Devoto. El empate fue hermoso y glorioso pero del segundo no se acuerda nadie. Seguramente nos ganen pero nos van a tener que arrancar las patas porque esto, para nosotros, ESTA MIERDA QUE ESTAMOS VIVIENDO, es el punto máximo de nuestras inexistentes carreras deportivas. Somos un grupo de seis papeloneros de la vida que está ante la situación histórica de salir de la mediocridad de su existencia por una vez.Nos llegan por todos lados pero resistimos. Si el Reverendo Alegría de Los Simpson relatara este momento diría “italianos a mi izquierda, italianos a mi derecha, el equipo rival avanzaba como una locomotora”. Pero nosotros aguantamos y esperamos cualquier lateral o saque de arco para meterla al área y que ese supuesto defensor de los 90, el arquero o algún otro tano se equivoque y haga un gol en contra.Queda una pelota picando en la mitad de cancha y uno de ellos va a buscarla. Me tiro a la pelota barriendo por la izquierda y lo hago caer. La pelota queda en juego girando sobre un montículo de arena y el sexto, ese que casi genera que esta experiencia no exista, la para con su pie derecho. Uno de ellos llega y lo cuerpea. El sexto se cae empujando un poco la pelota y grita “fooooul”. La pelota le cae al mejor de los nuestros y yo miro todo desde el piso. La controla y le grito “PATEÁAAA”, y el mejor de los nuestros patea al segundo palo, al ángulo, convirtiendo, quizás, el gol más lindo e importante de su vida. Y digo quizás porque yo no puedo hablar por él pero sí por nosotros, por el grupo. Y cuando uno es capaz de generar eso en sus amigos, esa alegría y esos abrazos que siguieron durante horas y esos relatos que rememoran esa anécdota en cada reunión hasta el día de hoy, cuando pasaron ya casi cinco años, lo personal es empujado por lo colectivo y toma mayor relevancia.Sí, ganamos un partido imposible. Ganamos un partido que era impensado tener la chance de siquiera jugar y que rechazamos dos veces por estar tomando birra y pateando unos penales bizarros. ¿Qué o quién nos puso en ese preciso momento en ese lugar?, ¿por qué finalmente declinó el sexto de su idea de no jugar?, ¿cuál fue la razón que llevó a dos de los nuestros a no ir a Brasilia? Qué, y quién, y por qué tantas cosas. Y el defensor central que pasó al medio, ese alto que gritaba sin parar que el defensor central de ellos era de la Selección Italiana de los 90 tenía razón: era Alessandro Costacurta. Ah, un dato más, el muchacho que jugaba muy lindo e hizo el segundo gol es un tal Daniele Adani, ex jugador de Inter y Fiorentina.Un día fui con mis amigos al mundial de Brasil y ganamos un partido imposible. El mejor partido jamás jugado. Un partido más heroico que el Maracanazo de 1950.




¿En la vida real también le tirás ladrillos por la cabeza a la gente?
Viernes 22/02/2019, 14:50:27
4036 Posts - 1794 Puntos
No puedo editarlo en android, antes de publicarlo lo separe bien y lo publico asi como esta, si algun moderador puede editar
En la fila me pueden chupar bien la pija:Yoyo MaldonadoPuma DamianiEl viejo trolo de Seoane
Viernes 22/02/2019, 14:51:38
1771 Posts - 417 Puntos
Signos de puntuacion????
Aunque nos lleven la contra todos los cuadros demás SERA SIEMPRE INDEPENDIENTE EL ORGULLO NACIONAL!!!
Viernes 22/02/2019, 15:23:12
37516 Posts - 39051 Puntos
Existen cosas en la vida como punto y aparte, dejar un renglon separación de párrafos. Y lo mejor. Poder de síntesis.
       
Viernes 22/02/2019, 15:29:14
2461 Posts - 549 Puntos
https://www.google.com.ar/amp/s/spitalska.wordpress.com/2019/02/19/el-mejor-partido-jamas-jugado/amp/
Hurras al Independiente del pueblo de Avellaneda!!
Viernes 22/02/2019, 15:30:21
2461 Posts - 549 Puntos
Escrito por TatiBustosMontoya

https://www.google.com.ar/amp/s/spitalska.wordpress.com/2019/02/19/el-mejor-partido-jamas-jugado/amp/
[url=https://spitalska.wordpress.com/2019/02/19/el-mejor-partido-jamas-jugado/]https://spitalska.wordpress.com/2019/02/19/el-mejor-partido-jamas-jugado
[/url]
es este el link ,el primero té lleva a otro sitio
Hurras al Independiente del pueblo de Avellaneda!!
Viernes 22/02/2019, 15:57:53
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Escrito por javier_acuario2006

Existen cosas en la vida como punto y aparte, dejar un renglon separación de párrafos. Y lo mejor. Poder de síntesis.
Quedo bien editado en la vista previa, cuando publicó quedo asi. Tienen que hacer arreglos para android estan en 2015 todavía. Quiero editar el topic y no puedo
En la fila me pueden chupar bien la pija:Yoyo MaldonadoPuma DamianiEl viejo trolo de Seoane