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CREAR TEMA

Martes 07/08/2018, 12:53:15
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Nací un 23 de enero de 1995. Vine con la Supercopa y Recopa bajo el brazo, con un equipo que daba sus últimos chispazos de lo que fue el gran equipo del 94. Obviamente, ningún recuerdo de todo esto hasta verlo por vídeos años mas tarde.

Año 2002. El primer amor con Independiente. En años donde todavía no me gustaba el fútbol o, mejor dicho, no me gustaba tanto mirarlo ni me interesaba mucho, el equipo del 2002 fue el que me terminó de atrapar a esta pasión. Tengo pocos recuerdos, tenía apenas 7 años, no entendía de fútbol y tácticas como una persona realmente empapada de fútbol. Pero ese pocos recuerdos son todos buenos. Recuerdo el primer partido con Lanús, durísimo, que no podíamos ganarlo y hasta habíamos marrado un penal. Recuerdo el 4-1 a Rasin en cancha de River, no teníamos codificado y lo "mirábamos" por Fox o TyC que te pasaba la tribuna. Me acuerdo que la radio tenía delay y cantaban los goles más tarde, yo con 7 ingenuos años creía que el partido iba como 8-1 por como se repetían los gritos de gol.
Recuerdo el 1-1 con Newell's, aquella noche de los palos. El 2-1 con Vélez por ver como sufría mi hermano porque no llegaba el segundo tanto hasta que apareció Franco. El 7-1 y 6-2 inolvidables. El 3-2 con Arsenal, mi viejo y mi hermano habían ido a la cancha y yo que todavía (no se porque) no iba, bah no me llevaban, estaba en el shopping con mi vieja. Cuando hicimos el 2-2 recuerdo no moverme de un local que tenía televisión y lo estaban dando, hasta que hicimos el tercero y le dije a mi vieja textual "listo, podemos ir a mirar lo que quieras, ya ganamos". Era chico y no sabía de fútbol, pero ahí me di cuenta que iba a entender mucho de esto y que lo que sí sabía bien, era que era hincha de Independiente, un equipo único.
Y el inolvidable 1-1 con Boca. Luz cortada en todo el país, 40 mil grados de calor, en casa de mi abuelo (que en paz descanse Don Nello, responsable de toda esta hermosa pasión roja transmitida por generaciones y admirador nato de Erico y Bochini). El gol de Pusineri con todos presentes: mi abuelo, mi tío, mi viejo, mi hermano y yo. Todos fanáticos del Rojo. Si alguna duda me quedaba de ser hincha de Independiente o de Boca (idea que a veces me rondaba por culpa del hijo de puta de mi otro tío que me quería convencer), ese día las despejé.
El 3-0 con San Lorenzo y la vuelta me llenó de alegría, repito, aún sin entender bien que pasaba o que era para los Papini, el mundo Independiente. A partir de ahí nació mi amor fiel, del día a día y no esporádico, inquebrantable, único por Independiente. Ese día firmé el pacto con el Diablo.

Previo a eso, no recuerdo nada, cero. Posterior a eso, todo. El Clausura siguiente a ese campeonato pudrí todo en mi casa: o me llevan a la cancha o me voy (literal, palabras de un wacho de 8 años que ya mostraba que no tendría pulgas nunca y menos para algo referido al Rojo).
Clausura 2003: 2-1 a Huracán en la Doble Visera, ese día "debuté". Me acuerdo patente llegar a la cancha y sacar las entradas ahí mismo, haciendo la cola en las viejas boleterías. No me dejaron pasar con una botellita de Coca. Y mi viejo, primer frase que me dijo cuando estábamos comiendo un chori esperando a pasar a la tribuna (Bochini baja) "ahora tené cuidado con los escalones donde pisas porque son bajitos, te vas a comer alguno y te vas a matar". Yo lo miré desentendido, hasta incluso medio enojado pensando que me lo decía como si fuera un tarado que no sabía bajar una escalera de un par de escalones. Dicho y hecho, como toda palabra de un tipo sabio que vivió millones de noches en esa cancha y que la conocía a la perfección: hice dos pasos y me comí un escalón que era más bajito que los normalmente diseñados en cualquier tipo de escalera o bajada. Caí rodando como 10 escalones para abajo, me raspé y lastimé todo. Ante el "te lo avisé y te lo dije", de mi viejo, mi siempre fuerte orgullo habló por mí "no me hice nada, no me dolió", pero la realidad era que me dolía todo.

Hay poco futbolístico para destacar de todo lo que vino años después. Pero ir a la cancha se volvió innegociable. Capaz se puede destacar chispazos del equipo 2005/2006 con Aguero, lo máximo que vi dentro de un campo de juego. Algo del equipo del Tolo del 2009/2010, que fue el único que vi con reales chances de ser campeón y que no llegó.

Títulos? Como todos saben, solo el de 2010 y 2018. El primero, a pura hazaña y epopeya. Veía cagadísimo todos los partidos, no lo voy a negar. El equipo no inspiraba confianza de nada, más que saber que los huevos y la suerte no iban a faltarnos. Mucho más que eso no. Y se dio igual, el primer título en cancha, al lado de mi viejo y mi hermano. Llanto de emoción, de alegría, de alivio, de congoja, de lo que se les ocurra. Un equipo pobre, de los campeones menos recordados tal vez, pero un equipo que en cierto punto daba orgullo por el amor propio que tenía y el objetivo bien metido en la cabeza.
El de la Sudamericana y toda era Holan en general, fue lo máximo. Buen juego, fútbol, toques, goles y mucho huevo. El audio de whatsapp de Holan reflejó perfecto lo que iba a ser su equipo y lo cumplió a rajatabla. Mezcla de los huevos y coraje de los 70, con el fútbol de los 80. Un campeón de punta a punta, con todas las letras, respetado y admirado por todo el resto como tantas veces nuestros viejos o abuelos nos contaban que pasaba en esos años dorados que nosotros llegábamos a creer que eran solo un cuenta o una leyenda. Lo más lindo es que estoy convencido que no termina en eso, que esto solo fue el comienzo y todo lo mejor está por venir.

Podría meter millones de recuerdos más en el medio, traté de hacerlo lo más resumido posible. Esta pasión, como mencioné anteriormente, de la que en algún estúpido momento dudé (con 6/7 inocentes años y ante la agobiante propaganda y publicidad bostera) se consolidó y se afirmó para jamás fallar. Porque el Rojo nunca falla, el Rojo es lo único que importa. Porque pasan los años, pasan los dirigentes, pasan los jugadores, pasan los técnicos, pasan los hinchas incluso, y el Rojo siempre queda y va a quedar. Es la herencia más linda que mi viejo me dejó, lo que más le voy a agradecer toda la vida. Nada de herencias económicas, nada de autos, nada de plata, nada de nada. La pasión y el amor por Independiente, con esto me alcanza. Mi cable a tierra es esto e ir a la cancha, donde por 90 minutos te olvidas de todo. Ganando o perdiendo, no importa, esos 90 minutos son los más lindos de nuestras vidas.
Y para cerrar, siempre repito lo mismo: muchos contemporáneos a mí o de mi misma edad siempre dicen "es muy jodido ser hincha de Independiente, hay que tener huevos ante tanto marketing de Boca o River y todas las malas que nos tocó vivir". Yo siempre digo que no, es muy fácil ser hincha de Independiente. Basta nada más con entender de qué se trata y todo el resto sale solo.

Vamos Rojo carajo, por muchas copas más!!!!