Independiente estrenó internacionalmente el Libertadores de América con galera y bastón. Ya que gracias al testazo de Leonel Galeano, al fin alcanzó su triunfo 100, en más de 230 partidos internacionales. Pocos se percataron en la cancha. Pero, vaya a saber por qué, muchos presintieron que era una noche especial. Y así fue.
Ante todo hay que ser cautos: Independiente no se explica. No existe teoría científica, ni hay nada que revele el por qué de tantos sucesos fantásticos. Pero, aunque no lo crean, ayer el Rojo, después de un largo y preocupante break, finalmente abrió el libro de las hazañas y escribió un parrafito más en el capitulo “A tener en cuenta”. Un nuevo récord.
Y si de números se trata, hay que especificar torneo por torneo. De 233 partidos internacionales, Independiente ganó 100, empató 62 y perdió 71. Con el aliciente de que por Copa Libertadores, ganó 65, igualó 35 y sólo cayó 36. ¿Un dato? Nunca perdió una final. En tanto que por la Sudamericana, esa copa que falta, jugó seis, ganó 2, empató 1 y cayó las 3 veces restantes. Además, el Campeón Internacional del Milenio, ganó 13 partidos por la Supercopa (igualó 16 y perdió 13), 10 por la Mercosur (igualó 5 y cayó 13), 4 por la Intercontinental (cayó 5 veces y empató dos), 3 por la Interamericana (empató 2 y perdió 1) y 1 por la Recopa, en la cual también perdió una vez.
Inmiscuirse en la historia de Independiente, es un viaje placentero e injusto, a la vez. Porque no hay tiempo, ni espacio, para citar epopeya por epopeya. Es un túnel del tiempo atrapante, claro. Aunque siempre suele ser más espontáneo, apelar a las marcas que están cinceladas a fuego en el Alma Roja. Es decir, codificar lo que está a flor de piel. Ahí están, entonces, los brazos bien en alto de los campeones de la primeras Libertadores (64 y 65). Aparece, indefectiblemente, el gol del Bocha en la final ante Juventus, de la Intercontinental 73 (se jugó en Roma porque los tanos se negaron a venir al país), Burruchaga bailando un tango en pleno sambódromo (1-0 vs Gremio, Libertadores1984), Percudani corriendo a la gloria en Japón (1-0 vs Liverpool, Intercontinental 1984) y Rambert ridiculizando al Mono (1-0 vs Boca. Supercopa 1994).
Otros recordarán los triunfos inesperados. Esos a los que se les agrega: “azo”, al final. En la lista emerge con resaltador: El “Maracanazo” (2-1, vs. Flamengo, en el global. Supercopa 95 ). Los más veteranos, apuntaran la hazaña de la Copa del 75. Allí, le metió a Cruzeiro los 3 goles que necesitaba, para llegar a la final. Y destacarán, a viva voz, que se allí se gesto el auténtico el “Cuartetazo”. (Libertadores 72, 73, 74 y 75) Ah, por cierto, allí nació también el mote Rey de Copas. Pero, claro, tantos hechos desbordan cualquier nota. Imposible resumir en algunas líneas las batallas con Peñarol, Nacional, Colo- Colo, Alianza Lima, el Santos de Pelé ( Con O’ Rey en cancha el Rojo lo venció 2-1, el 8/7/64).
Hechos y más hechos. Una vida internacional llena de condecoraciones. Independiente, un embajador de lujo. Ya no hay Copa Libertadores. Tampoco está el entrañable cemento de antaño. Pero ahí, en Alsina y Bochini, nadie olvida tanta gesta heróica. Los más eruditos, inflan el pecho y elevan el tono: “Acá, en este templo, como en ninguna otra cancha de Argentina, vino a jugar Cruyff, Pelé, Maradona y Di Stefano”. Para algún desprevenido, se trata del póker de crack´s más grande de la historia. Mientras tanto, muchos aún le siguen buscando respuesta a la gala copera de anoche…
“¿Qué pasó? ¿Esto habrá sido cosa de la mística, che?”, preguntan, los más esotéricos. Y nadie responde. Otros, un poco más escépticos, espetan, con firmeza: “¿Hubo una gran mejoría? (risas) Y claro muchachos, peor de lo que estábamos jugando hubiese sido imposible”. Pero, pronto, se callan ¿Intuyen que detrás hay algo más? ¡Quién sabe! Eso sí, la discusión se clausura cuando, los flacos que descuelgan los trapos, vociferan “¡El Rey de Copas, la puta que lo pario!” Y sí. Ahí se desata la euforia. No es un grito casual. No, no. Es un grito de guerra. Es un grito de identidad. Es un aviso.
