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A contramano

(COLUMNA DE OPINION) – A tono con la sequía de los delanteros rojos, esta dirigencia anda con la mira torcida: no acierta con las fechas prometidas en cuanto al Estadio medianamente terminado y tampoco lo hace a la hora de reforzar el plantel, en el estricto sentido de la palabra. Sin ahondar en novelas que desembocan siempre en el mismo triste final, como las de
Pisculichi, Medel, Suazo y Pavone, la gente que toma las decisiones claves en el club parece que no aprende más.

De la jerarquía soñada con Denis al manotazo de querer conformar al Turco Mohamed con Almirón hay un trecho largo, en el que ninguna de las gestiones de los planes B, C o D terminaron con un goleador firmando el contrato y sacándose la foto con la camiseta del Rojo en la Sede de Avenida Mitre.

A la hora de comprar lo hacen mal o no compran. Pero venden peor: el caso de los arqueros rojos es de diván. Si las veces que lograron ceder -al menos- a alguno fue cuando Hilario pasó a reforzar un rival (cedido a San Lorenzo) o cuando Assman viajó a Las Palmas, de la Segunda División de España, en este caso sin cargo y sin opción. No sea cosa que se transforme en un negocio redondo para el club.

El equipo muestra buenas intenciones de la mano del Turco, quien no pretende llenarle la mochila de responsabilidades a un pibe de 20 años y así asigna varios elaboradores de juego. Intenta que se asocien, el traslado prolijo desde la jugada limpia que nace en los pies de Battion. Pero falta EL 9. Todos nos damos cuenta de eso, menos los que
debieran.

Silvera está aportando las últimas gotas de su enorme talento y en este tramo de su carrera es capaz de regalarnos otras cosas: experiencia, claridad, pivoteo. Pero no voracidad, pretendida y tan necesaria en este momento en particular, donde faltan volantes con gol que pisen el área. Cómo se extraña a Piatti…

Parra, eficiente para “matarse” con los centrales rivales y llenarlos de moretones haciéndolos rebotar en cada choque, anda torcido para terminar las jugadas. Padece un mal pocas veces encontrado en un delantero “de área”: no patea al arco. En tiempos en los que Independiente necesita más que nunca el aporte en la red de sus atacantes y podríamos imaginarnos la búsqueda ciega, sin importar el cómo (de puntín también valen uno), Parra decide en otra sintonía. Con el Deportivo Quito no lo hizo en todala noche, curiosamente ni en los dos mano a mano que dispuso ante Elizaga, ni en la puerta del área tras una gran jugada del Pato sobre el final; ayer ante Tigre, solo y con tiempo, eligió enganchar para asistir al medio a un compañero.

Gómez es una locomotora a la que poco puede reprochársele: cumple en lo suyo, va para adelante siempre, desborda, encara por izquierda o derecha, a pedido del DT. Nieva necesita vivir su tiempo de adaptación en la Primera; no está maduro todavía para ponerse el traje de Hombre Gol que este plantel requiere a gritos.

Los chiquitos Pato Rodríguez y Nico Martínez, más los ahora sumados Defederico y la grata sorpresa que parece constituir Villafañez, están para otra cosa: lo suyo será elaborar, leer el juego, asistir, limpiar en el mano a mano, la velocidad, el enganche; claramente no están para el tiro final. No he incluido en este segmento a Gracián, a quien considero que antes que una charla con el Turco, le sentaría mejor una sesión extra con su psicólogo.

En el año más importante de los últimos tiempos, con el club con boletos para TODAS las Copas y una incómoda ubicación en la tabla de los promedios, la dirigencia, siempre a contramano, ve pasar un nuevo libro de pases y decide volver a mirar para otro lado. ¿El momento? A las claras, el más inoportuno.

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