Independiente mostró una actitud preocupante contra Unión en Santa Fe. ¡Mirá!
El empate con Unión dejó mucha tela que cortar, entre ellas la falta de juego. Independiente volvió a dejar mucho qué desear en el campo y, otra vez, quedó en deuda con la actuación, algo que se repite partido a partido y pareciera no tener solución. Cada encuentro parece ser la misma película con un final, probablemente, distinto, pero siempre el mismo desarrollo.
Al Rojo se le presentó un rival que nunca lo quiso atacar, que siendo local, salió con miedo a arriesgar. Unión le cedió la pelota y esperó, miró lo que hacía el Rey de Copas. ¿Qué hicieron los de Avellaneda? Nada, apenas movieron el balón de un lado a otro y, con vagos y fugaces intentos, trataron a veces de doblegar al Tatengue, pero nada más.
No es un caso aislado tampoco. Con Racing, el más grande también salió a esperar, y la Academia fue un rival parecido al conjunto santafesino, a diferencia de que Juan Antonio Pizzi terminó sacando un defensor para ir por el triunfo. ¿Hizo, acaso, lo mismo Omar Píccoli? No, siguió resguardándose, como si el empate lo conformara.
Las declaraciones de los futbolistas tampoco son alentadoras. Tanto Sebastián Sosa como Lucas Romero coincidieron en que el equipo salió a ganar, pero lo cierto es que no se vio lo mismo en la cancha. Independiente apenas remató siete veces en todo el cotejo, y dos fueron al arco.
El Rojo hoy es un equipo que especula, que sale a mirar y ver qué pasa, pero tal vez sea incluso peor: Cuando se le presenta la oportunidad de atacar y arrollar al rival, tampoco lo hace. Defenderse es tan importante como atacar, y si bien nadie quiere perder, también es cierto que todos quieren ganar. Una derrota por ir a buscar el triunfo, probablemente, habría dolido menos que un tibio empate, porque si bien no se perdió el partido, el Diablo perdió algo más importante aún: La identidad.
