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Actitud, gol, bronca y expulsión

Actitud. Eso es lo que se pedía a gritos y eso es lo que pusieron. Actitud de los jugadores, actitud del entrenador y la misma actitud de siempre de la gente. Más allá de que prefiero el buen pie, la actitud a veces, salva las críticas y anima a los protagonistas. Independiente con tanto ahogo en la semana, logró destrabar los ánimos jugando un partido entretenido. En el primer tiempo, las cosas parecían inclinarse para Boca, sin embargo, de a poco, los jugadores lograron equilibrar la cosa. De hecho, el Bichi habló constantemente durante el partido algo que habitualmente no hace. Destaquemos que en la semana practicaron cosas que habitualmente no practicaban como definición al arco y jugadas preparadas.

Detalles a tener en cuenta porque está bueno cuando los hombres dejan la testarudez de lado para hacer lo mejor que se pueda las cosas. Así fue como salió Independiente a la cancha. Con una defensa no tan sólida como en los otros partidos pero con un equipo, con intenciones de jugar en equipo. Nuñez, Gandín y el mismo Rolfi querían, el medio campo se adaptó de a poco y las jugadas generadas por Boca fueron alternadas y permitiendo que Assman se destaque en más de una oportunidad. El pelotazo, válido a mi criterio, de Núñez me dio mucho ánimo. Más allá de la injusticia, sentí que podíamos, que el gol no estaba lejos.

Ya en el segundo tiempo, reconozco que con el gol tempranero de Palacio se me nubló todo. Era fundamental sostener las cosas como venía saliendo y el gol de Palacio alteró lo planificado. Pensé que se nos venían. Pensé que costaría revertir la situación pero cuando vi la jugada que hicieron entre Fredes, Rolfi y Núñez, me quedé tranquila. El empate era algo momentáneo, algo más iba a pasar. Mareque se ganó el título de guerrero porque si bien a la hora de marcar a veces le cuesta, cuando se manda se tiene tanta fe que contagia y si el arranque desde nuestra área hubiera terminado de otra manera, era indiscutidamente la figura de la cancha. Ya con las expulsiones –ver aparte-, y dos hombres menos la cosa se complicó pero Independiente puso en la cancha lo que le pedimos que ponga en el clásico anterior: huevos. Los puso, los bancó y con dos hombres menos se animó a intentar. No quiso mantener el resultado, no se conformó. Ojo, eso podría haber valido perder, pero no fue así.

Guillermo Rodríguez

Es injustificable, por más enojado que esté, lo que hizo Guillermo Rodríguez. De todas formas, más allá del profesionalismo que les exigimos a todos los jugadores del torneo, es entendible que cuando se suman una seguidilla injusticias, alguno estalle. Eso no significa que no haya sido bien expulsado. Me apena que haya dejado al equipo con 9 cuando con 10 quizás, por cómo venía la mano, quizás algo más se podía. Eso sí, quisiera saber cuántas fechas le darán al uruguayo. Si tomamos como parámetro la patada voladora de Sebastián Méndez a Radamel Falcao, declaración mediante: “Ya está, me saqué las ganas”, reconocida por el árbitro  Diego Abal, tiene que ser una sola fecha porque lo de Méndez a Falcao fue para tres fechas. Ahora, si viajamos en el tiempo, la agarrada del cogote de Sessa a Pezzotta le valió al Gato 10 fechas de suspensión. ¿Cuál será el criterio de Lunati para con el uruguayo? Vale destacar que Rodríguez –con Moreira y Pusineri- cuando finalizó el encuentro fue al vestuario del árbitro a pedirle disculpas por lo que había hecho minutos atrás.

Lunati, capítulo aparte

Hablar del árbitro denota cierta chatez, lo reconozco. Sin embargo se le puede dedicar un párrafo aparte a Pablo Lunati por diferentes actitudes. La que no se le puede achacar es la anulación del gol –verídico- de Nuñez. Yo digo: verídico pero desde mi casa y mirándolo por TV el línea estaba lejos y si bien la pelota ingresó en su totalidad en el arco de Caranta, es una jugada muy fina en la que cabe la duda. Eso sí, de ahí a que le digan a Nuñez que la pelota picó un metro afuera hay un abismo pero, vale la decisión del árbitro. Ahora, en las dos expulsiones fue determinante para que Independiente no pueda animarse a más. En la primera expulsión, cabe la discusión, el debate o cómo quieran llamarlo. A ver, el Rolfi ingresa, al igual que Paletta. El árbitro espera que finalice la jugada para amonestar a Montenegro por la falta al defensor de Boca. Hasta ahí, todo normal. Debo destacar que pensé que lo expulsaría pero, no lo hizo. Ahora, cuando el línea llama a Lunati para decirle que los jugadores ingresaron sin permiso, yo me pregunto. ¿No es Lunati el que autoriza a ingresar a los jugadores? Por ende, ¿Lunati no se da cuenta cuando amonesta inicialmente a Montenegro que es el mismo jugador al que permitió entrar? Que el línea le avise algo que él realizó es una ridiculez. Lunati sabe si permitió o no y no tiene que ser avisado de su acto. ¿O estoy loca? ¿Es necesario amonestar a dos jugadores que interpretan que el árbitro les permite el ingreso cuando se sucedió una jugada confusa? Es más, ni Montenegro ni Paletta tuvieron incidencia en la jugada posterior como para analizar si sacaron ventaja de la situación.

Por otro lado, lo que sucedió con Rodríguez. Una vez más, el otro línea, el mismo que “estaba lejos” y no vió –o sí, cuando dijo que la pelota picó un metro afuera- el gol de Nuñez fue quién informó lo sucedido con el uruguayo. Acá, el informe del línea es correcto y veremos cuánto le toca a Rodríguez por ese momento de furia.

Otra cosa que me pregunto es, ¿cuál es el criterio de Lunati? Si no amonestó siquiera a Vargas en el primer tiempo cuando hachó a Fredes, ¿cómo luego se olvida de su indicación y tiene que recurrir al línea para acordarse de algo que indicó? En fin, cuestionamientos, mil.

Por otro lado, ¿Cinco minutos de adición? Patético. Mínimo, por las demoras en ambas expulsiones, debería haber dado diez minutos.

En síntesis, el verdadero protagonista de la fecha fue Lunati y si bien no hay que quejarse de los arbitrajes, hay que jugar los partidos, en esta oportunidad, la labor del árbitro fue cuota parte fundamental para que Independiente finalizara no sólo con dos menos sino con las piernas exhaustas para defender el honor en un clásico que podría haberse dado de otra manera, pero el árbitro no lo quiso.


Por Débora D´Amato
para InfiernoRojo.com

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