¿No te despertaste distinto hoy? ¿No te pasó que tenías un poquito más de ansiedad qué de costumbre? A mi sí.
Pasaron 4 años de la última participación internacional de Independiente, pero en esos 4 años nos pasó de todo, viejo. ¿Cómo no vas a sentir ese cosquilleo, entonces? Si andamos desesperados buscando una sonrisa, algo que nos acerque un poquito a nuestra identidad, que nos devuelva la pertenencia que de a ratos se nos hace esquiva.
“Sólo en sueños (…) nos asomamos a veces a lo que fuimos antes de ser esto que vaya a saber si somos”, decía Julio Cortazar – Salud y vaya el homenaje, a 101 años de su nacimiento -en Rayuela. Y ahí estamos nosotros, soñando. Eso que siempre hacemos, pero cuando te hablan de copas lo hacés con más fuerza, como cuando recién te despertás y volvés a cerrar los ojos rápido, para no desvelarte y desayunarte con todas las obligaciones que te esperan. Porque las copas, las noches de copa, son distintas y es algo que sólo nosotros entendemos de que se trata.
Claro que hace rato se nos hacen más esporádicas, cuando antes era una costumbre y salvo la burbuja del 2010, no venimos haciendo las mejores presentaciones ¿Pero no sentiste siempre lo mismo? Como aquella tarde con Peñarol, en 2011, en el debut por la Libertadores. El clima era otro, viejo; para colmo el rival, se respiraba otro aire, todos nos dábamos cuenta. Y ahí está la que es nuestro sueño más grande, la que es más nuestra que de cualquiera. Porque claro, la Sudamericana que comienza esta tarde ilusiona, pero nuestro amor indeclinable está puesto en ella, la que le da nombre a nuestro estadio.
Y ese es nuestro horizonte, la octava debe serlo. Y deberemos entender que cada paso que demos de aquí en adelante tiene que tener como único objetivo esa consagración. Hoy será el primero, así deben entenderlo los jugadores, el cuerpo técnico, los dirigentes y los hinchas. Vamos por la nuestra, Rojo. Vamos todos juntos. Aunque nos lleven la contra.
