Luego de un bajón futbolístico que pareció interminable, Daniel Montenegro dijo presente. Con su golazo, reanimó a Independiente y lo empujó hacia la victoria. Ahora, debe seguir así para lograr su redención personal.
Muchos leales y detractores hizo el Rolfi a lo largo de su carrera. Los que lo consideran un distinto, ya sea por su pegada, su capacidad para crear juego y su calidad. Y los que lo toman como un futbolista sobrevalorado, que siempre necesitó ayuda para brillar y que no puede ser lider. Lo cierto es que el diez tuvo altos y bajos en el año, pero en Córdoba dijo presente.
Comenzó la temporada de la B Nacional igual que como terminó en el Torneo Final 2013: apagado, sin poder marcar la diferencia. Luego, levantó considerablemente con la llegada de Omar De Felippe. A partir de ahí, y hasta el final de la primera rueda, se vio a un Montenegro en estado puro: jerarquía para jugar y hacer jugar, compromiso para marcar y desplegarse por toda la cancha y gol, mucho gol. Terminó el 2013 con ocho goles, cerca de la cima de máximos anotadores.
Pero luego, en este 2014, todo cambio. El Rolfi nunca fue el mismo. Se mostró apagado, sin ayuda en defensa, sin peso en ataque, casi sin remate al arco y hasta errando un penal contra Huracán -justo el Globo, el club de sus amores y el contrincante del Rojo en la lucha por el ascenso-. Muchos hinchas lo tildaron y hasta pidieron que saliera del equipo. Quizás pudiese parecer exagerado, pero lo cierto era que el capitán no estaba a la altura. A la altura de la parada dura, durísima que tiene Independiente en la B Nacional con la obligación de ascender. A la altura de ser el hombre bandera, franquicia y manija del equipo. Pero, por sobre todo, el Rolfi no estaba a la altura de sus exigencias. Debía volver a ser.
En Córdoba, en el duelo del año ante Insituto, tenía que dar la talla. Su anterior gol, y único gol en el año hasta allí, había sido en el “otro duelo del año”: ante Crucero del Norte, de tiro libre. No sirvió para ganar, ya que fue caída 3 a 1. Este, contra los cordobeses, fue bien distinto: además de ser un golazo, y de zurda, fue clave anímicamente. Por el momento también, pero mas que nada para hacer creer y convencer a todos que, si Montenegro podía, Independiente podía. Después de eso, levantó mucho luego de un mal primer tiempo y terminó siendo de lo mejor.
Queda otra parada mas para Daniel y para el Rojo. De ganar, el equipo volverá a la categoría de la que nunca debió irse. Y luego se verá si el diez seguirá o no en el club. Pero, para su retribución personal, Montenegro deberá aparecer de vuelta. Como en Córdoba.
