Tenía un examen complicado Independiente desde lo futbolístico, pero también desde lo psicológico. Y lo superó siendo mejor que Sarmiento y luego sosteniendo el resultado. Paso adelante.
No era para nada simple la prueba que Independiente tenía en el Libertadores de América-Ricardo Enrique Bochini en la noche del viernes. Jugaba contra el rival, pero contra sí mismo. Debía superar varios obstáculos con los que venía chocando en los últimos partidos para aprobar el examen. Y lo hizo con creces. Los cambios en la formación de Ricardo Zielinski reordenaron el equipo, hubo mayor equilibrio en el mediocampo y se le abrió el arco a Matías Giménez. Después, superó la parte que más le costaba: sostener la ventaja para concretar el triunfo.
Aprobó el psicotécnico, Independiente. Se le presentaban varias barreras a superar. La primera era corregir todo lo malo que había hecho en el primer tiempo calamitoso ante Lanús, la fecha anterior. Y lo hizo. El ingreso de Iván Marcone le dio solvencia al círculo central. La dupla con el Melli Ortiz, que funcionaba antes de la baja del capitán, volvió a dar rédito. Y ya no se vio a una formación larga y descompensada.
Existe una realidad innegable y que es mérito del Ruso. Desde su llegada logró revertir el miedo escénico que tenía el Rojo cuando jugada de local ante su gente. Ahora eso se dio vuelta. En casa, el Diablo se adueño de los partidos. Domina la pelota y trata de jugar más adelantado en el campo. El problema es que también se dio vuelta cuando sale de Avellaneda: antes le iba mejor y ahora le cuesta mucho más de visitante.
Volviendo al choque contra Sarmiento, Independiente produjo y concretó. Y recuperó a un hombre importante como Giménez, al que se le venía atragantando el grito de gol. Marcó y por partida doble. La presencia de Sarrafiore en el once titular resultó un acierto. Había ensayado sin él en la primera práctica de fútbol de la semana, pero luego probó incluyéndolo y fue lo mejor.
Puede generarse una buena sociedad con él en campo más Marcone y Ortiz. Porque Sarrafiore, que arranca ubicado por la banda zurda, se tiende a centrar y allí conectarse con los medios y delanteros. No tiene el desborde de Vallejo, pero sí un pie más fino, como en el córner del 1-0 y en el centro del 2-0. Viene de un año y medio casi sin actividad y ahora, con rodaje, va demostrando mayor calidad.
Está claro que el local no brilló. Y debió atravesar momentos de resistencia. Lo bueno es que lo hizo. Y esta vez no claudicó en el intento. Era una de las cuentas pendientes que más lo hacía padecer. Aguantar los resultados a favor. Nunca lo podía hacer, hasta ahora. El Ruso prefirió no hacer cambios y mantener todo igual.
Desde el banco se vio que varios veces con sus brazos ordenaba a sus hombres salir del fondo, no meterse atrás. Por momentos, Sarmiento quiso manejar el balón y mandarse al descuento. Damonte había cambiado el esquema en el entretiempo, rompió con los cinco del fondo y planteó un 4-2-4. Pero la defensa, que siempre da inseguridad, en la fría noche del viernes no sufrió mucho.
No hubo errores individuales ni fallas importantes a nivel colectivo. La dupla Baez-Elizalde dio mejores sensaciones que con Laso y Baez. Hubo mayor concentración, aunque todavía quedan cuestiones por limar para cerrar espacios y que no queden huecos sin cubrir como sucedió en un par de ocasiones en las que la mala puntería de los delanteros rivales le permitieron a Independiente mantener su valla en cero.
Sin dudas es un paso adelante. El Rojo aprobó un examen muy complicado, desde lo futbolístico, pero sobre todo, desde lo psicológico. Fue superior, lo mantuvo y no se quebró al final. Si mantiene eso podrá seguir avanzando.
