En contraposición a la catarata de especulaciones, el árbitro Pablo Lunati, a instancias del asistente, no convalidó un gol lícito de Martín Zapata, que posibilitaba la victoria tan esperada.
Demasiado se habló durante la semana pasada sobre el dudoso penal a favor de Independiente cobrado por Carlos Maglio. En muchos medios, en las redes sociales e incluso en declaraciones de jugadores de otros equipos del campeonato de segunda división, se apuntaba a que habían comenzado la serie de fallos que ayudarían a Independiente a retornar a primera. Pero no fue así.
Cerca de los 11 minutos del segundo tiempo, Facundo Parra juntó algunos defensores y habilitó a Zapata, que quedó mano a mano con el arquero rival y definió junto a un palo, con extraña serenidad. Pero el pelado no pudo festejar. Un off side, que ni siquiera la repetición televisiva avaló, cortó la esperanza de adelantarse en el tablero y consolidar el tercer puesto.
¿Pero cómo, si ya estaba todo arreglado? ¿No se dio cuenta Lunati que la AFA ya había decretado el ascenso? ¿Cómo pudo confundirse al no haber beneficiado a Independiente? ¿Será para que se defina el ascenso al torneo de 30 equipos? Mentirosos e hipócritas. A pesar de estar contaminado, este club es muchísimo más inmenso que una decisión arbitral.