¡Todos los cuadros demás. Sera siempre Independiente, el orgullo Nacional!
Inundado en lágrimas, con el alma por el piso y la camiseta puesta, busco explicaciones a preguntas desorientadas, basadas en teorías poco claras que no entienden los por qué. O si, pero no quiero saberlos. Como me siento yo se deben sentir muchos. Desolados pero orgullosos, incrédulos pero realistas, enojados pero dolidos. Tristes.
Ya sin la sonrisa esperanzadora de cuando le ganamos, otra vez, a Racing ni la fuerza interna de saber, sin temor a equivocarme, que Farías iba a convertir el penal contra Newell´s. Sin el miedo de que lo echen a Vargas o lo vuelvan amonestar a Morel, ni la idea de que Ferreyra iba a volver al nivel del torneo inicial. Ya no importa si Rodríguez demora demasiado la salida, si “Los pibes” son muy pibes o “Los grandes” ya no dan. No sirve saber qué hubiera pasado si le ganábamos al Pincha o lo definíamos ante Boca. ¿Y si con Rafaela no poníamos un equipo tan horrible? ¿Y si Gallego no se iba? ¿Si el hermoso 4 a 5 contra Boca no postergaba la salida de Cristian Díaz? ¿Si el físico de algunos jugadores aguantaba un poco más? ¿Si jugaba la Reserva, que llega a la anteúltima con chances de ser campeón? ¿Si le cobraban el gol, lícito, a Belgrano contra San Martín? ¿Si Montenegro se daba cuenta antes de que los centros llovidos no daban resultados? ¿O si le pegaba al rectángulo un par de fechas previo a estar descendidos y no en la última de un partido que apagaba nuestras ilusiones? ¿Si los jugadores del Rojo llegaban a primera sabiendo sacar laterales? ¿Si Leguizamón, carísimo, jugaba algún partido más? ¿Si el Verdinegro no sacaba 12 puntos en los últimos 4 partidos? ¿Si, al menos por vergüenza, le ganábamos a San Lorenzo? No importa. El Rojo jugará la próxima temporada en la B Nacional.
Ante los por qué encontraremos responsables pero la sensación al mencionarlos no cambiaría. ¿Algo falló? Todo. ¿Pero nada se hizo bien? Puede ser que alguna cosa sí pero igualmente cada decisión confluyó negativamente para el peor final. Dependíamos de Argentinos y de San Martín… ¿Qué nos pasó?
Cuesta seguir, pensar, analizar, estudiar o trabajar alejando un minuto de nuestra mente la idea de que todo esto era evitable. Jugadores, muchos. Dirigentes, todos. Técnicos, la mayoría. Presidentes, ambos. Responsables de una realidad concreta que no deja de asombrar y doler. La hinchada, los verdaderos hinchas, expectantes de una mejora que jamás llegó. Alentando cada domingo y viendo la peor versión de un tibio equipo que jamás comprendió que esto era Independiente.
Salvemos a quienes se lo merecen y sigamos alentando, como siempre. Volvamos rápido para seguir demostrando al mundo quiénes somos. Por favor. Rojo, con el sueño al revés y los ojos aún llorosos, te pido que vuelvas a ser lo que siempre fuiste. Aunque nos lleven la contra… yo te persigo, vos sos la sangre que a mí me mantiene vivo.
