Un drama que acompaña a Independiente hace años.
“Independiente depende de sí mismo”, “Independiente jugará un partido importante”, “Si Independiente gana, consigue el objetivo”… hace tres años que no lo logra.
Cada vez que el Rojo encara un duelo relevante, donde tiene que sacar chapa, donde tiene que hacerse fuerte, donde tiene que hacer valer la historia, lo que hace es agua.
Desde 2019, en cada encuentro trascendente, no aparece el funcionamiento, no aparece la actitud, no aparece el amor propio, el corazón, los huevos, las ideas desde el banco. Son contadas con los dedos de las manos las oportunidades en las Independiente se impuso en el campo de juego.
Imposible pelear un torneo o una copa de esta manera, dependiendo del resto. Porque los planteles pasan y pasan, cambian los DT y los jugadores, pero el fuego sagrado en las difíciles siempre ausente.
A todo nivel, Independiente desilusiona desde hace tres años. No hay respuesta en la pesadas, en las que escudo debería preponderar. Golpe al mentón constante, en un knock out que madura en cada competencia.
