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Cuqui, eternamente gracias y hasta siempre

“…¿Porque diré que me escondo, si nadie me quiere ver?
¿Será que no me preciso y de paso me aviso, para ya no correr?
Me fui pateando las piedras, con ganas de molestar..
y no encontré ni un segundo, para explicarle al mundo
que lo quiero matar…”

COLUMNA DE OPINIÓN.- Esta letra de La Vuela Puerca sirve, en parte, para pintar, detallar, combinar y maquillar este adiós, una triste despedida en fin, más allá de gustos o un presente futbolístico que poco se parece al de aquel sublime Apertura 2002. Néstor Andrés Silvera jugará su último partido con la camiseta de Independiente; se va, lo van, lo dejan ir. Por la puerta de atrás, empujándolo. Descuidando que fue y es un ídolo en cuestión, un tipo que regaló miles de sonrisas a los hinchas de Independiente, que enfureció voces llenándolas de gol, que calentó las cuerdas vocales que rindieron homenaje, una y otra vez, a su eterno esplendor calcado en ese número once.

Se va la última pieza de aquella obra maestra de Américo Gallego que sonaba a la perfección, liderada por los goles de un tal Silvera, que una temporada atrás, envuelto en un equipo que sólo regaba la cancha de lágrimas, saboteó a la oscuridad y se quedó a pelearla, luego de haber puesto plata de su bolsillo para arreglar su pase con Independiente. Su entusiasmo, su preponderancia y su sacrificio, tuvieron premio. Allí apareció la vuelta olímpica, con moño incluido.

Sí, hoy aquel pasado poco tiene que ver con su actualidad. Podrá gustar o no, podrá ser del paladar de algunos, pero es triste el ninguneo que sufrió, como ídolo de una institución que vibró a su mismo compás, que lo ovacionó una y mil veces, con cualquier camiseta. Un delantero que supo rendir, también, su propio culto a aquellos diablos que ya le pertenecían, con ese humilde silencio cada vez que le metía un gol a Independiente.

“…y mi cabeza se me enfrenta en una noche de sólo pensar..
y la alegría se me escapa y la agonía vuelve a dominar..
el corazón de algún sufrido me acompaña hasta la terminal
y me iré, para no
verme más…”

Ya no más Cuqui, querido. Ya no más por una decisión que se respeta desde lo futbolístico (en ese mundo de ideas diferentes, es muy difícil compartir opiniones y gustos), pero que duele y seguirá doliendo. Molestará ver tu retiro con otra camiseta. Silenciará los corazones que ya no pises el Libertadores de América con la roja y el 11 pintado en la espalda, aunque nuestros ojos se resignen a no querer ver otra cosa, ya es tarde.

Es tarde porque te juzgaron por actitudes “poco profesionales”, cuando a ellos nadie los juzga por actitudes que matan a Independiente poco a poco, que lo denigran y lo ensucian. Vos, como pocos, sabés que este cariño del hincha con vos no lo va a romper nadie, que la química entre nosotros no se va a morir por decisiones que nada tienen que ver con lo sentimental. Se termina la etapa que nadie deseaba. Ni siquiera aquel, aquel que quería que te vayas porque no rendías en la cancha. Es triste saber que te vas.

“…Estoy buscando refugio, en manos de una pared
que ni siquiera me escucha y yo fingiendo mi lucha
engañándome otra vez..
Ya nada aquí me divierte, como solía ocurrir,
voy persiguiendo mi risa, ella se fuga deprisa
burlándose de mi…”

Que tus ganas de seguir en el fútbol florezcan en el lugar donde desees estar. Que de donde sea sigas inflando redes, desatando alegrías, esas mismas que tanto nos diste. Que el corte de este cordón sea sólo un tema de papeles, pero que el verdadero contrato sentimental se extienda de por vida. Por vos, que demasiadas sonrisas desataste en el aire rojo de Avellaneda; por nosotros, que siempre valoramos a ese tipo que no le gusta el fútbol, pero que, paradójicamente, le rindió un excelso homenaje con un vendaval de goles en forma de caricias para los hinchas.

Chau Cuqui, decirte gracias suena a poco. No sabemos cómo despedirnos porque, irremediablemente, los hinchas no estamos preparados para despedir ídolos. Aunque en Independiente, en estas últimas décadas, parece que sí. Te sacan por la puerta trasera, en silencio, pero nosotros, los que vivimos del sentimiento, sabemos que siempre vas a estar en nuestros corazones. Los ídolos no se olvidan y vos, vos Cuqui, sos uno de ellos. Ayer, hoy y SIEMPRE: ETERNAMENTE GRACIAS. “Olé olé, olé olé olá, a Andrés Silvera no lo vamos a olvidar”.

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Andrés Silvera – Club Atlético Independiente
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