Independiente goleó 3-0 a Ferro y se afianza entre los puestos de vanguardia. Contó con un Montenegro iluminado, muy participativo y que le regaló a todos dos goles, uno más lindo que el otro. ¿El tercero? Obra de Gabriel Vallés que desde lejos la clavó en un ángulo. El visitante no dañó nunca y jugó más de la mitad con un jugador menos.
El partido arrancó con buen movimiento. Del visitante lo que se esperaba, muy cerrado en los últimos metros de su defensa, apelando a una contra o a algún error del Rojo para dañar. Esto pasó a los 10 minutos, tras un fallo de Vidal en la zona del mediocampo y que pudo haber traído más problemas de no haberse apurado el delantero.
La respuesta del Rojo no se hizo esperar, pero la jerarquía de Daniel Montenegro fue la diferencia para que el local se ponga al frente en el marcador. Iban 12 minutos, la pelota la tomó Matías Pisano, enganchó y lo habilitó con un pase llovido al Rolfi que no dudó y sacó su derechazo que desde el costado dentro del área fue implacable.
Con la apertura del marcador, Independiente comenzó a manejar el partido y a mostrar la diferencia entre ambos equipos. Aunque, como no aprovechó el momento, se fue apagando y Ferro con muchísimas limitaciones intentó llevar peligro. De todas maneras, sólo lo hizo mediante la pelota parada y nunca prosperó.
El partido cayó en todo aspecto y recién hubo un poco de rebeldía en los 22 jugadores tras la expulsión de Correa de Ferro por bajar una pelota con la mano. De todas maneras, con un jugador más Independiente no se hizo fuerte y el encuentro se fue al descanso sin demasiado más por destacar. Bastante pobre, aunque el equipo se iba ganando.
En el segundo tiempo se volvió a ver lo mismo. No obstante el local se mostraba más vertical, con poca profundidad y potencia ofensiva. Es más, a los 10 minutos un buen desborde de Pisano derivó en un pase atrás de Parra para el derechazo del Rolfi, que iba con destino de gol, mas se encontró con un defensor que desvió.
Recién a los 20 minutos Independiente pudo preocupar. Claro que para eso frotó la lámpara el Rolfi que con un taco habilitó al ingresado Penco. Pero el ex San Martín San Juan no definió con justeza y no pudo aprovechar para alargar la diferencia y liquidar el partido. El Rojo seguía penando por la falta de contundencia, de profundidad y sólo le ganaba 1-0 a Ferro con uno más.
Sin embargo, el Rojo contaba con un Montenegro muy activo. Participaba de todas y estaba bien cerca del área rival. Y de tanto ir, a los 27 minutos pudo liquidar el juego. Omar De Felippe tenía listo para entrar a Martín Benítez para sacarlo al Rolfi y darle descanso. El 10 tenía otro plan. Pidió detener el cambio, agarró la pelota y se hizo cargo del tiro libre. Su derechazo fue directo junto al palo y fue todo red. Así marcó el 2-0 y, recién ahí, aceptó salir.
En su lugar ingresó Benítez, aunque la ovación fue lo más significativo de un cambio que sólo tenía como función darle descanso al Rolfi. El Rojo, ya sin su capitán, pudo seguir manejando las acciones. Claro, ganaba por dos goles y tenía un jugador más. Ah! Y sólo faltaban 15 minutos.
La gente festejaba por fin un triunfo tranquilo. Uno de esos que se dan antes del cierre del encuentro… hasta que apareció Vallés. Sí, el Puma que con un derechazo increíble clavó un terrible golazo para el 3-0 final. Es que el lateral derecho se encontró con un rechazo y la pelota picando en su sector. Le dio alto y duro y la pelota cayó como un globo por atrás del arquero y se clavó en un ángulo. Iban 35 minutos y se bajó la persiana.
Así sólo quedó tiempo para un tiro libre de Marcelo Vidal que dio en el palo y no mucho más. El Rojo ganó bien, aunque en su juego se vieron fisuras, sobre todo en la creación de fútbol. Habrá que seguir mejorando, pero se celebra la contundencia y el triunfo con goleada que le permite al equipo seguir creciendo, acercarse a los de arriba y trabajar con una sonrisa.
