El partido se presentó con todos los condimentos que se habían estado planteando durante la semana, aunque desde la tribuna local sólo hubo aliento. Y menos mal, porque Independiente lo necesitó. Es que Unión se mostró como un equipo aguerrido, que lo esperó y cuando pudo lo dañó y mucho. Encontró huecos en la defensa, basó sus ataques en la velocidad de sus puntas y aprovechó las desatenciones del fondo del Rojo.
De todos modos la primera fue para los del Tolo. En una buena pared entre Montenegro y Miranda casi llega la apertura del marcador. El Lolo recibió y ante la imposibilidad de desbordar, envió un centro que, rebote incluido, cayó en la cabeza del paraguayo Fernández. De no haber sido por Limia, hubiese festejado antes.
Sin embargo de a poco el conjunto local se fue apagando. El Tatengue tomó mejor las marcas y comenzó a crecer y a salir. Primero un remate de lejos de Franzoia, que se encontró con un rebote en la media luna del área. Y luego una seguidilla de jugadas profundas que de no haber sido por el Ruso Rodríguez y la impericia de los delanteros los santafesinos hubiesen marcado.
A los 24, el Tatengue salió rápido de contra por derecha. Franzoia se llevó la marca y apareció por izquierda Magnín, pero al momento de rematar la tiró afuera, larga por el segundo palo. Al minuto, se durmió Vargas en la mitad de cancha y otra vez Magnín mano a mano con el Ruso. El arquero lo apretó bien y la sacó al tiro de esquina. De esa pelota parada, un rebote derivó en un zurdazo Cosaro que todavía no se entiende cómo no entró.
A los 29 se despertó Independiente. Mancuello apiló por izquierda, se la dejó al Rolfi que dudó y perdió un tiempo. Terminó habilitando a Fredes que ajustado la tiró por arriba. El mismo volante probó de lejos y anticipó que el arco de Unión podía ser vulnerado. Claro que recién sucedió a los 40 minutos. Buen desborde de Montenegro, centro pasado y Adrián Fernández arremetió con todo y pudo quebrar la resistencia de Limia para el 1-0.
El grito inundó el Libertadores de América. Se rompían muchos maleficios, sobre todo el de la carencia de gol de los delanteros. Igual, los fantasmas volvieron a aparecer en los instantes finales del primer tiempo. El Paraguayo se erró un mano a mano increíble y Unión tuvo un tiro libre que rozó la tranquilidad de todos.
El segundo tiempo fue un parto. Hubo poco en los primeros minutos del. Recién sobre los 20 comenzaron a verse algunas jugadas en las áreas. Las acciones se pusieron raras. Vargas salió lastimado y en su lugar ingresó Zapata. Godoy había hecho lo propio por Miranda y más tarde, Mancuello le dejaba su posición a Julián Velázquez, también por una molestia física.
Lo mejor de Independiente se vio en los 20 minutos. Zapata reventó el travesaño con un buen zurdazo, luego un par de remates desde afuera y aproximaciones que no lograron tener profundidad. Sí, la de Ferreyra. Jugador clave para el desastre final. El Malevo a los 31 recibió una habilitación clave del Rolfi que lo dejó mano a mano con Limia. El zurdo le apuntó al arquero y se perdió el segundo.
Un minuto más tarde, fue Montenegro el que la quiso embocar desde una posición extraña. Lo cierto es que todo hacía indicar que Unión seguía con vida y que el empate era el destino al que se encaminaba el partido. Y así fue. Jugada por derecha, defensa en línea, pase al centro del área Ferreyra pierde la marca y el Ruso sale regalado. Aleman sólo puso su cabeza para que la pelota ingresara al arco.
Después lo de siempre. Desazón, bronca, llanto y una impotencia enorme. Otra vez una final jugada sin compromiso, sobre todo en el segundo tiempo. Esta vez no hubo nada de nada, sólo impericia. Ferreyra no puede jugar más. Mancuello dejó todo, pero salió lesionado y eso le da al Malevo una chance más. El grupo es muy heterogéneo, hay jugadores que se inmolan por la camiseta y otros que fluctúan. El descenso está a la vuelta de la esquina.
