Por dónde arrancar cuando hay tanto para decir. Cuán difícil es organizar la pasión y los sentimientos cuando además se mezclan con broncas y tristezas. Sin embargo, sé cómo terminar y concuerdo, así, con algunos que sienten igual, pero eso en unos párrafos.
El viernes ante All Boys se vio lo que todos temíamos, o sea, un equipo entregado a la locura y a la desdicha de saberse golpeado y herido de muerte. Gol en contra tempranero, pérdida de una pieza clave (Vargas), insultos desde la tribuna, un DT sin reacción, un equipo abatido y sin respuestas. ¿Algo más? Sí, dirigentes con autocrítica cuando las papas queman mucho y el timón parece no lograr encaminarse.
Y, como ya habrán leído y escuchado miles de veces, el Glorioso Club Atlético Independiente en el medio. El Orgullo Nacional, ése que vos, yo y el que se pone al lado tuyo en la tribuna amamos con locura.
¿Entonces? Estamos hablando de descenso hace un rato y no logramos escaparle. No sabemos cómo. Jugadores, hombres, juveniles, como quieran llamarlos no han podido aún salvar el honor de esta enorme Institución. Que gracias a Dios, y pese a que algunos reniegan de la historia, está de pie por los cimientos de un pasado único y exitoso.
Claro que el alma de todos está destruida y las mínimas esperanzas terminan depositando mucho en futbolistas, algunos, que no están a la altura de este momento. Y no lo digo por la expulsión de Morel, un tipo con mucha sangre al que se le peló un cable. Sino por aquellos que se esconden y tienen la importancia suficiente en el equipo.
Desilusión a granel. Errores para recibirse de Licenciado en las cosas que no hay que hacer. Problemas de los cuales aprender para no volver a repetir. La refundación del club debe ser cierta y en todo aspecto, no con el discurso honesto. Sí con las acciones. Somos una institución deportiva y social que vive del fútbol.
Y, en este marco, quedan 11 fatídicos e infartantes partidos. Finales del mundo en serio. Italia 90 no existe al lado de lo que nos jugamos. Y así lo deben entender todos los responsables.
Hay una frase que siempre rebota en mi cabeza cada vez que mi viejo me la dice: “A los problemas hay que enfrentarlos” y yo le agrego, así le ganás un tiempo a la solución.
Y acá está llegando el final que prometí en el primer párrafo… El Rojo tiene un problema grande y la solución exige dedicación pura y compromiso enorme. Se puede, todavía se puede. Somos Independiente y por eso lo digo. Tengo miles de hazañas que avalan mi afirmación. No bajemos los brazos. El viernes hay otra batalla y tenemos que estar ahí, cada uno en su función y teniendo como único objetivo salvar al club.
Me resigno a resignarme hasta que nos peguen el tiro final. Sí, porque para matarme, para matar al Rojo, lo van a tener que fusilar pero de pie. Independiente nunca se entregó. No lo entreguemos, defendámoslo hasta el final, sé que lo lograremos. Así lo quiero creer.