Martín Benítez volvió a cumplir una gran tarea ofensiva en el equipo. Lejos del individualismo que lo caracteriza, tocó la pelota, ayudó en el armado de las jugadas y, además, dio dos asistencias excelentes en los momentos justos.
Tal vez uno de los partidos mas trascendentales de Martín Benítez. En plena noche rosarina, el misionero volvió a agigantar su figura. Se hizo cargo de la pelota, jugó en equipo y dio dos asistencias para abrir el marcador las dos veces que fueron necesarias. Además, le hizo un caño exquisito a Mauro Formica como muestra de su gran momento.
Su primera asistencia, en el arranque del partido. No iban ni 3 minutos del partido cuando Benítez recibió la pelota de Juan Sánchez Miño, avanzó por la izquierda y envió un centro rasante para el derechazo de Fabricio Bustos Zein que terminaría entrando por arriba de Luciano Pocrnijc. La segunda, en el comienzo del complemento. Promediando los dos minutos, el jugador de 22 años se escapó por la derecha y le dejó la pelota servida a Emiliano Rigoni que, previo amague con el cuerpo, sacó un zurdazo inalcanzable para el arquero de Newell’s Old Boys.
En las estadísticas, dio 29 pases, de los cuales 26 fueron correctos, y erró los otros 3. No remató al arco, no recuperó ninguna pelota, pero si asistió dos veces en los momentos en que Independiente más lo necesitaba. Sin lugar a dudas, este es el Benítez que necesita el Rojo, que no se cierre en la individual y levante más la cabeza para buscar otras formas de terminar las jugadas. De esta manera, el delantero devenido a mediocampista ofensivo se convierte en un jugador impredecible para el rival. ¡Muy bien!
