Martín Benítez fue el jugador de Independiente que más entendió cómo había que jugar el partido de vuelta de la Liguilla pre Libertadores. Durante los 90 minutos intentó, se asoció, gambeteó y buscó opciones sabiendo que no podía guardarse nada. Los dos goles del Rojo nacieron en sus pies, en el primero con la falta que le hicieron en la puerta del área y en el segundo chocando hasta alcanzarle la pelota a Cristian Rodríguez.
Cerró un buen semestre, el del despegue. Benítez, como muchos de sus compañeros, comprendió cómo debía afrontar el cotejo en el Cilindro. Lamentablemente no así en el Libertadores de América, que en definitiva es lo que dejó afuera a Independiente. Pero el misionero se mostró rebelde y las pidió todas. Se juntó para armar circuitos de juego por izquierda, gambeteó adentro del área y también, como es característico en él, buscó faltas.
Desde su actitud llegaron los dos goles. En el primero se las ingenió en base a gambetas para llegar a la medialuna del área de Sebastián Saja y ante el primer roce se dejó caer; luego vino el remate de Rodríguez. En el segundo, también dribleando rivales, luchó por el balón que nuevamente tomo el Cebolla y definió Juan Martín Lucero.
La esperanza es que Benítez haya comprendido cómo debe desplegarse con esta camiseta y en adelante encuentre un buen nivel base para convertirse en el revulsivo de Independiente.
