Martín Gómez jugó su primer partido en Independiente y fue determinante en la victoria ante Godoy Cruz: protagonizó las dos jugadas que culminaron en los goles rojos y volvió loco a todo el fondo del Tomba.
Llegó en silencio, sobre el cierre del libro de pases, sorprendiendo a propios y extraños. Américo Gallego pedía a gritos un atacante para ir por afuera y César Menotti le sugirió el nombre de un ligerito de la B Nacional. El Tolo investigó y dio el sí…
Gómez, de 26 años, hizo Inferiores en River Plate y luego emigró a México, donde jugó dos años para el Morelia sin mucho éxito. Luego, recaló en Independiente Rivadavia de su ciudad natal, donde se erigió en la máxima figura del equipo y en una de las estrellas de la categoría.
Sin embargo, por un enfrentamiento hace un par de meses con Fernando Quiroz, entrenador de la Lepra, Gómez fue separado del plantel y el Rojo, que buscaba un punta, apareció en su horizonte. Y todo se cerró rápido.
De esta manera, tras haber cumplido las dos fechas de suspensión que acarreaba de Independiente Rivadavia, el Tolo decidió llevarlo hoy al banco y, tras el mal primer tiempo de Leonel Núñez, lo mandó a la cancha para que juegue todo el complemento.
Y el pelado la rompió en su debut en la Primera División: mostró velocidad, calidad, potencia y unas ganas bárbaras. Así, fue fundamental para que Independiente abriera un partido cerradísimo: armó la jugada que derivó en el penal a Darío Gandín y también gestó la acción del tanto de Ignacio Piatti con una guapeada. Que no sea un Picante más…
