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Decime que es joda

(COLUMNA DE OPINION) – Quizás todavía te estés dando la cabeza contra la pared, puteando una y otra vez a ese muchacho de verde, “semituerto”, que lo único que le faltó fue tirar paredes con Valeri y sumarse al festejo de gol de Regueiro. No sirve llorar, pero el que no llora… Independiente quiso y lo buscó, pero se encontró con un equipo que anda con lo cantitos dulces y abiertos (tal como su clásico rival en 2008), con un arbitraje horrible y con sus propias impericias a la hora de resolver las jugadas que crea.

Si a Independiente le costó con once, qué decir contra doce. No es excusa, porque la creación, elaboración y finalización de las jugadas, depende de los jugadores, de sus cabezas, de sus pies, pero si el árbitro no mide con la misma vara las jugadas que ocurrieron en las dos áreas, difícilmente un equipo pueda luchar de igual a igual frente al otro.

Al Rojo le sobró corazón, pero le faltó precisión y cabeza fría para resolver las jugadas calientes. Cuando necesitaba pausa, se apuró, y viceversa. Quedan puntos para mejorar, como la definición de las creaciones en ataque, aunque no se puede reprochar la entrega y el compromiso. Dentro de esas limitaciones, el Rojo se encontró con un muro entremezclado entre camisetas verdes y blancas.

Uno veía el partido e imaginaba que un pobre tipo, con un solo ojo, podría dirigir tranquilamente en un partido de Primera División. Suena a joda, pero no lo es. Ese muchacho Delfino es malo con dos ojos, entonces, no era difícil imaginar cómo dirigiría con uno solo. Olvidemos el juego por un rato y analicemos. Si fue penal lo de Julián Velázquez a Silvio Romero, ¿qué fueron los tres AGARRONES (con mayúsculas de GROSEROS) que sufrió Parra dentro del área?

Cuando se ve lo que quiere y no se mide con la misma vara, el partido pierde seriedad. En ese reino de privilegios para unos e injusticias para otros, convergen el fútbol y las ilusiones de hoy. Parece lamentable, pero sucede. Seria de necio no aceptar equivocaciones normales o fallas ante esos golpes de vista. Pero jode y, rompe muchísimo los huevos, cuando las acciones significan algo para un lado y nada para el otro.

Mientras unos lloran semanas y semanas por el arbitraje, Independiente se comió varios buzones a lo largo del torneo. Ayer fueron los Toia, los Loustau, los Vigliano, los Mariano González. Hoy fue un tal Germán Delfino, un muchacho devenido a semituerto que sepultó esas pequeñas ilusiones con las que todos los hinchas de Independiente afrontaron el partido de hoy.

Volviendo a lo meramente futbolístico, queda mucho por mejorar. Aún no está cerrado el tema de la Promoción, por eso, estos seis puntos que restan habrá que jugarlos a la altura de la historia de Independiente. Dentro de esa misma premisa deberán situarse los dirigentes, a quien se les pide, además de seriedad, dignidad, compromiso y lealtad al socio e hincha, presencia en AFA. Lo de hoy fue una vergüenza. Delfino, decime…decime que es joda, hermano.

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