Independiente cayó 2 a 1 ante Racing en el Clásico de Avellaneda. Una desolación enorme. ¿Y ahora?
El Clásico comenzó con cierta incertidumbre, por parte de ambos equipos. Un partido que sentía la presión de un público caliente y un infierno esplededor. Sin embargo, Independiente entró mucho más dormido de la cuenta.
No llegaban ni los tres minutos de juego. Luego de una perdida en la mitad de cancha, Sergio Barreto perdió su marca. La misma era Enzo Copetti, quién se escapó y quedó mano a mano con Sosa. El delantero de Racing remató al primer palo y la pelota se estrelló en el poste. Pero el rebote le quedó a Gabriel Hauche, quién estampó el primero.
Luego del 1 a 0 de Racing, el partido se tornó chato. Con aproximaciones compartidas, pero sin peligro en ambas áreas. Solo intentos. Independiente era un desconcierto, una confusión constante.
Así se esfumaron los últimos quince del primer tiempo. ¿Independiente? Presiones de Damián Batallini y no mucho más. Preocupante funcionamiento y rendimiento colectivo. Un dolor de de cabeza y de ojos fueron los primeros 45 minutos.
El complemento fue la contracara positiva de lo que Independiente mostró en los primeros 45. De entrada quiso el protagonismo y achicar a Racing. Ya a los 11 minutos de juego, llegó el empate. Para ejemplificarlo.
Lucas González apareció cuando nadie lo hacia. Dos enganches, uno para adentro y uno para afuera. Un remate preciso y fuerte al primer palo. La pelota se estrelló en el mismo y se metió. Golazo. 1 a 1 y dale Independiente.
Los 20 posteriores fueron de puro empuje de parte del único Rey de Copas. Neutralizó el buen juego de Racing y, a su vez, fue el que dominó en su mayoría.
Pero eso no significó la victoria ni el empate. A los 40 minutos del complemento, Enzo Copetti quedó solo en el área chica, tras un centro, y remató cruzado. Puso el segundo y liquidó los ánimos del local. Un baldazo de agua fría. Así se fue un clásico injusto. Muy parejo. Pero el que estuvo efectivo y eficaz fue Racing. Lo ganó así.
