Tras la goleada contra Sarmiento de Junín, Independiente se cayó a pedazos.
El 15 de marzo, por la fecha 5, Independiente se floreó y goleó 6-0 a Sarmiento con dobletes de Jonathan Menéndez, Silvio Romero y Sebastián Palacios. Una noche brillante, efectiva y motivadora, que no permitía avizorar este presente patético.
Después de esa noche fantástica ante el Verde, el equipo de Julio César Falcioni disputó siete fecha en la Copa de la Liga Profesional y nada más sacó el 24% de los puntos; pero además involucionó fuertemente en el rendimiento.
Independiente logó 5 unidades de las últimas 21, con sólo tres goles a favor y siete en contra. Perdió ante Vélez, Talleres, Racing y Atlético Tucumán, empató contra Boca y Unión y le ganó a duras penas a Defensa y Justicia a partir de una pelota parada.
Los goles los convirtieron Gastón Togni ante el Xeneize, Sebastián Palacios contra la T y Sergio Barreto frente al Halcón.
Es totalmente cierto que el brote de coronavirus dinamitó la estructura del equipo; semana tras semana se cayeron jugadores e integrantes del cuerpo técnico, impidiendo un trabajo continuo. Pero también es real que deportivamente Independiente bajó su nivel.
Ya no se ve solidez defensiva, no se ven relevos, no se ven jugadas asociadas, no se ve la explosión de los extremos, no se ve la intención de pararse 15 metros más arriba, no se ven presiones, ni se ven la entrega y el amor propio. ¡Se cayó a pedazos!
Sí, en el medio le ganó 3-1 a Guabirá y 3-1 a Montevideo City Torque por la Copa Sudamericana; pero el juego no fue ninguna maravilla y dejó más preocupaciones que alegrías.
Ahora queda una última fecha contra Huracán, en la que el Rojo está obligado a ganar y aguardar resultados entre Unión – Colón y Lanús – Talleres. Pero pase lo que pase, la curva decreciente está en evidencia.